Opinión

Málaga no es una franquicia

Málaga no es una franquicia

Málaga no es una franquicia / Jose Navarro

En la mesa redonda celebrada en la Sede de la UA sobre el modelo cultural de la ciudad de Alicante salió a relucir, cómo no, Málaga, a la que unos participantes dijeron querer parecerse y otros no. Se asoció la Málaga cultural con el concepto de franquicia. Quiero justificar por qué me parece un reduccionismo erróneo. Me basta con contextualizar su momento cultural, al margen de los museos.

Málaga celebra sus 23 días de MaF, desde hace diez años un evento previo a su Festival de Cine, que aglutina en cada edición más de 150 actividades centradas en la música y la palabra. Estos días reflexionan en numerosos espacios pensadores como el filósofo Manuel Cruz, Lois Patiño, David Trueba, Valérie Tasso o Javier Pérez Andújar. La línea maestra de esta edición es la revolución del pensamiento. Sólo en el MaF, se presentarán tantos o más libros que en toda la Feria del Libro de Alicante.

La Térmica, centro de cultura contemporánea de la Diputación, se mide con Tabakalera de Donostia. Además, los Centros Victoria Atencia y La Malagueta acogen más actividades, por separado, que nuestra Casa Bardín.

Antonio Banderas, al que los políticos locales tiraron por tierra su proyecto de poner en pie un teatro privado en plena plaza de la Merced, no se rindió, y con la colaboración de mecenas logró hacer su sueño realidad. Profeta en su tierra, levantó el Teatro del Soho revitalizando un barrio deprimido. Hoy representa el mejor Sondheim de los ‘70, ‘Company’.

Los teatros municipales Cervantes y Echegaray complementan una programación solvente. Este último, que aún huele a nuevo, se ocupa de las apuestas contemporáneas. La Cinemateca Municipal completará pronto sus 6 salas en versión original los 365 días del año.

¿Málaga, ciudad franquicia?

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