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Manuel Aliaga Chorro

Invasores y líderes en el planeta de los simios

Vladimir Putin.

 En el colegio no comprendía muy bien cuando estudiábamos las guerras médicas entre persas y griegos, o las guerras púnicas entre romanos y cartagineses, por qué se producían las guerras. Era el afán de expansión territorial y de riqueza, la imposición de una cultura sobre la otra, así como el odio entre pueblos lo que acababa produciendo el enfrentamiento. Hoy parece que con la invasión de Ucrania por Rusia hemos retrocedido en el tiempo y la historia sigue repitiéndose. El mundo sigue siendo el mismo de siempre. En el caso de los persas después de intentar durante más de 40 años conquistar “Grecia” finalmente firmaron el tratado de Paz de Calias, mientras que en el caso de Roma podemos decir que finalmente los romanos ganaron la guerra y supuso el fin de Cartago y su civilización. Y me pregunto, ¿qué es lo que pretende Putin con esta invasión? Parece que Rusia lo que quiere es recuperar el control sobre determinados territorios y que Ucrania entre en la OTAN, pero por sus actos parece que quiere destruir y aniquilar Ucrania y a los ucranianos. Es pronto para saber el número exacto de vidas humanas y planes de vida sesgados, pero es muy desolador. Volodímir Zelenski, ha demostrado valor permaneciendo en su país y Putin desde su cómoda poltrona se ha ganado el odio mundial al enviar a sus soldados a invadir Ucrania. Petr Pavlesnsky artista contemporáneo llamó la atención por sus controvertidas puestas en escena, desnudo en el hielo con su escroto clavado, cosiéndose los labios, en protesta contra el sistema soviético. Hoy con los episodios de la cruenta invasión y la represión de los ciudadanos rusos que protestan quizás podamos llegar a comprender al artista. Cuando las personas no son importantes para el Estado su razón de ser como tal se pierde y la resistencia frente a este se vuelve imperiosa necesidad para vivir. Podría decirse que un líder guía a un conjunto de individuos hacia un destino deseado o compartido. Bajo unos mismos principios y valores se quiere alcanzar un objetivo común que es anhelado por ese grupo. Me pregunto qué clase de líder y grupo hay en Rusia que siguen sin ver hacía donde se dirigen. Aún hay quien es partidario de Hitler hoy en día pese a qué este llevó a su país al abismo. Hay tantos miedos e intereses contrapuestos en el día a día que pudiera resultar complicado no saber cual es el camino correcto. Sin embargo, hoy vemos como en Europa la unión de los ciudadanos ante la barbarie es un hecho constatado. La solidaridad, la valentía y el esfuerzo por ayudar a poder continuar se contraponen al deseo de destrucción de la maquinaria rusa. El amor es tan necesario, que un poco de amor bastaría para reconocer que es el momento de detenerse, pero Putin no sabe amar y no quiere verlo. Ya en tiempos de la revolución francesa sus mandatarios, reyes absolutos, murieron por no escuchar al pueblo. Dejarles morir de hambre cuando en palacio celebraban grandes fiestas no fue muy popular y les llevó a morir guillotinados. Me viene ahora a la cabeza el final del planeta de los simios, la versión más moderna, y Putin me recuerda a alguien, pero ahora no caigo.

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