Vuelve La matemática del espejo, y lo hace con un invitado muy especial, Andreu Buenafuente, que en esta ocasión se pone al otro lado para ser entrevistado por Carlos del Amor, tras haber protagonizado miles de noches televisivas en varias cadenas y presentado cuatro galas de los Premios Goya.
El espacio elegido es un circo, y el leit motiv con el que arranca, una nariz que le regala Tortell Poltrona. Les invito a que la sigan con atención, porque yo que he tenido la suerte de gozarla (también he visto el encuentro exquisito con Asier Etxeandía) les aseguro que se trata de televisión de altura.
Escucharán a Andreu pronunciarse sobre Cataluña y el dolor con el que siguió desde Madrid los acontecimientos relaciones con el procés («no soy independentista, pero tampoco son antiindependentista»).
Aunque más que hablar del programa que están a punto de gozar en sus pantallas, prefiero reflexionar sobre cuestiones que me ha sugerido su visionado acerca de TVE y #0. La matemática del espejo tiene un «toque» que lo hace especial. Compruebo que ha colaborado en él una productora. Concretamente, la de Alberto Ortega y Charlie Arnáiz (Raphaelismo). Me entristece que TVE apenas se atreva a emprender ningún formato con medios propios. El único en prime time es Las claves del siglo XXI.
En cuanto a Buenafuente, me da rabia que haya participado en un proyecto de TVE, presentando una serie dedicada a genios del humor catalán, que solamente disfrutarán los espectadores de aquella comunidad. Y lo que es mucho peor, desde que él marchó del Canal #0, nada fue igual. Parece como si la cadena fuese a cerrar de un momento a otro. De ahí que esta entrega de La matemática del espejo signifique tanto.
