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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Sin rechistar

Andén de trenes de cercanías en la estación de Alicante Manuel R. Sala

Las historias de los trenes de Cercanías dan para mucho. Aunque a los usuarios, inmunizados y hastiados ante el disparate, les dé lo mismo ocho que ochenta. En mi desplazamiento de Elche a Alicante del pasado viernes 29 de abril sufrí una anécdota que deseo compartir.

El tren que me tocó en suerte venía sin luz y sin aire acondicionado, y de verdad que un aire apelmazado en un día caluroso y un espacio tan cerrado, poblado y sandunguero, se acusa.

Pero la experiencia de regresar a la oscuridad casi absoluta en los túneles me hizo viajar en la memoria a esos expresos de medianoche, ya extinguidos. Aquellos en los que por toda iluminación se mantenía encendía durante la madrugada una mortecina bombillita amarillenta, que alumbraba lo suficiente como para que uno pudiese vislumbrar por el pasillo o trasladarse al aseo sin tropezar. Quienes tengan más de cincuenta los recordarán perfectamente. Esa tímida luz amarillenta fue la que llevaba este Cercanías. Que, por cierto, era un Civis. ¿En qué se diferencian? El Civis no tiene parada en Torrellano. ¿De qué sirve? De nada. Dados los retrasos, igual tiene que detenerse para cruzarse con otro tren, que parar igualmente en el apeadero a la salida del túnel de Elche para que pase un Media Distancia.

Por cierto, según anunciaban por megafonía, los Cercanías con destino a Alicante, como el mío, ese día y a esa hora, circulaban con 15 minutos de demora, y los que iban con destino a Murcia, con 25 minutos. Por causas técnicas.

Una vez llegamos a la estación de Alicante, los usuarios se dirigieron a los tornos y abandonaron lo antes posible el lugar. Sin rechistar.

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