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Antonio Balibrea

El día después de la Fiesta

Jóvenes en la Cremà de 2019 Rafa Arjones

Con la cremà arde el papel, la madera, el engrudo y hasta el corcho blanco- o “corchopan” que llaman en el gremio- que, todavía, utilizan los artistas. También ardemos nosotros socarrados en el esfuerzo del trabajo y las fiestas, con las mejores galas de labradores alicantinos, que nunca llevaron. Este año ha sido el de la revancha de los artistas que han visto sus creaciones expuestas en calles y plazas; de labradores y labradoras luciendo el palmito dormido años en el hogar; bandas y músicos recuperando entradas, saliendo de ensayos y llenando pasacalles de notas y notas. Los piromusicales explotan por kilos en Luceros y expanden temblores por el asfalto

El crematorio en la noche del día de San Juan llena de cenizas y rescoldos las calles de Alicante, en esta ocasión mas, por el enclaustramiento de varios años. La pandemia, nos recluyó en las casas con la familia limitando la expansión de cuerpos y almas en el altar de la fiesta. No ha existido ninguna cultura ni sociedad en qué las fiestas no estén ligadas a manifestaciones artísticas. Las fiestas son el nudo gordiano de la vida cotidiana, las hogueras lo son de la de los alicantinos, o sea, de Alicante. Las relaciones entendidas como aquellos contactos sistemáticos (organizados) se caracterizan siempre por los afectos. Toda relación tiene una carga de amor, a veces también de inquina. Las hogueras generan unas relaciones intensas y están basadas en la igualdad, y en la libre elección. Estas relaciones son las que en gran parte hemos suspendido en estos dos años de pandemia. Que no es poco. Relaciones que cuanto más intensas, igualitarias, y libremente elegidas son, tanto más enriquecen y humanizan la vida. Son el valor más alto de la vida cotidiana.

Preparar las fiestas de hogueras del año próximo es lo que los alicantinos, desde hoy, desde el día después de la cremà, hacen: organizar el espacio dónde entablan esas relaciones, y también distribuir el tiempo cotidiano, el que culmina en la fiesta. El espacio es el ámbito en que desarrollamos nuestra vida, el límite en el que se mueven nuestras acciones. En ese espacio hay un punto fijo especialmente relevante la casa, el hogar; agrupados, en el barrio o en la vecindad del distrito fogueril. Es el medio donde encontramos la familiaridad, la seguridad. Un punto fijo en el espacio en que nos esperan cosas conocidas, habituales, la seguridad y una fuerte dosis de sentimiento.

Además del espacio está la división del tiempo. La jornada, las estaciones, el año, son divisiones naturales. La distribución del tiempo es una consecuencia necesaria de la necesidad de economizarlo. El tiempo necesitamos organizarlo, coordinarnos para actuar simultáneamente con los compañeros y comisionados de la hoguera o de la barraca. Es el momento de arrancar para las hogueras el año que viene, organizar el trabajo que una vez aceptado por los comisionados es la garantía de la fiesta. No es un tiempo aburrido, ni monótono; porque es una actividad que tiene un sentido, que permite desarrollar nuestras capacidades y posibilidades de convivencia y artísticas en la fiesta. El ritmo del tiempo, ya de por sí cambiante, varía según las fechas del año festero, in crescendo hasta la cremà. Pero el tiempo también tiene un aspecto subjetivo: la experiencia interior personal, de cada persona en particular, no es mensurable no se puede expresar con la cantidad de tiempo transcurrido. El tiempo interior vivido por cada uno depende del significado del acontecimiento para cada uno; un mismo evento puede ser “muy breve” o “hacerse muy largo”. En la experiencia interior temporal tiene una particular importancia la memoria, la fantasía y la imaginación de los festeros. La memoria nos permitirá recordar los días o semanas vividas, en instantes o minutos, de la forma mas personal. El tiempo vivido es irreversible y cada festero tiene el suyo- es el “que me quiten lo bailado” dicho en castizo- y cuanto mas ricas son las relaciones con los demás, en esos espacios de tiempo, mas intenso será el mundo interior. Las vivencias festeras, no olvidemos, están ligadas, de algún modo, a las manifestaciones artísticas, costura, cocina, música, baile, pintura o escultura …

“El arte-decía una socióloga -es la autoconciencia de la humanidad. La obra de arte representa el mundo como un mundo del hombre, hecho por el hombre”....”la obra de arte constituye también la memoria de la humanidad”. Las hogueras son en buena parte la memoria y autoconciencia de los alicantinos.

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