Leo que, en España un país que tiene el 29% de paro juvenil, (únicamente Grecia nos gana) faltan camareros. Podríamos pensar que es porque pagan sueldos paupérrimos. Sin embargo, este mismo problema sucede tanto en el sector industrial como en el sanitario y, de hecho, encontrar personal cualificado en los geriátricos roza el milagro. Dicen que en Cataluña también faltan pastores. Cuando hay que recoger fruta, raramente veréis a españoles deslomándose en el campo. Y si buscas una empleada de hogar, la mayoría de las que se dedican a este ingrato oficio son extranjeras, de los países más variopintos.

Es decir, hay al mismo tiempo mucho desempleo, y miles de puestos sin cubrir. La tasa de paro en nuestro país es del 13,3%, mientras que en Europa no pasa del 6,8%. La tasa de personal activo es del 58,5%, pero en la zona euro es del 74,5%, lo que significa que tenemos menos personal en edad de trabajar y, sin embargo, más paro.

Sorprende que tengamos un 40% de titulados universitarios, mientras que la media europea es del 34%. Hace no tanto, una licenciatura garantizaba un sueldo digno. Al contrario que en Europa, aquí no valoramos la formación profesional, y si se reformara este sistema, seguramente habría mucho menos desempleo. Cuando buscas un fontanero, pintor, electricista, es difícil encontrar alguno competente, ya que los que hay siempre están tremendamente ocupados. Entiendo que los jóvenes que valen y que tengan idiomas, acabarán en el extranjero por los buenos sueldos que pagan allí, y los que se quedan, tendrán, en el mejor de los casos, trabajo por debajo de su titulación, y precario.

Y recordemos que, si la gente no cotiza a la Seguridad Social, a los cincuentones no nos van a llegar las pensiones. La incapacidad de las autoridades competentes (más bien parecen incompetentes) en crear empleo de calidad nos está llevando al abismo. Según leí en INFORMACIÓN, en su columna "Sol y sombra", a mi tocayo Luis M. Alonso, somos el país de la Unión Europea con la renta per cápita más baja. Y mientras nos divertimos en verano tenemos mucho miedo a pronunciar la palabra "otoño". El tema es ciertamente para asustarse. Pasémoslo bien en vacaciones, pero no vaciemos la cuenta bancaria, porque un aroma preapocalíptico lo impregna todo.

No sé si es que los españoles somos muy señoritos y despreciamos determinados trabajos, o es que el personal está acostumbrado a recibir ayudas y subvenciones por cualquier cosa y no se esfuerza en buscar empleo. Según se publicó en este diario, casi la mitad de los alicantinos cobra un salario, una pensión o una prestación de las arcas públicas. "Money for nothing" (dinero a cambio de nada) cantaba Dire Straits. Tal vez no fuera mala idea que trabajasen para el Ayuntamiento, limpiando, pintando, arreglando los jardines de la terreta, o colaborando en tareas sociales, a cambio de esa prestación, evitando estar ociosos. Alonso Segovia dijo que el ocio es el germen de todos los vicios

Si en nuestro país despreciamos determinados trabajos, ¿cómo podemos culpabilizar de nuestros problemas a los que vienen de fuera? ¿Algunos no son trigo limpio? Tampoco lo son todos los españoles. Yo soy contrario a la inmigración, creo que no podemos ni debemos acoger a todos los que quieran venir, salvo que tengan contrato de trabajo. Ahora bien, el "Black lives matter" (la vida de los negros importa) debe extenderse a la treintena de sudaneses, que murieron por la brutalidad de la policía marroquí. Hagamos que la vida de esos seres humanos sí nos importe, aun sabiendo que no los queremos aquí. Y creo que no hay contradicción en lo que digo.

Amigo lector, gobierne uno u otro partido, tu vida no va a cambiar sustancialmente, salvo que pretendas vivir de una paguita, sin pegar palo al agua. Como escuché hace tiempo, seremos un gran país el día que la gente entienda que, para tener ingresos, hay que trabajar. Y, hacerlo muy bien, e incluso en ese caso, todos somos jubilables y prescindibles. Los procuradores lo hemos ido aprendido a fuego lento

Sin embargo, la lógica española es: si alguien puede hacerlo, que lo haga él, y si nadie puede hacerlo, ¿por qué tengo que hacerlo yo? Y así nos va...