Nos hemos acostumbrado a ello, pero no en todas las ciudades españolas ocurre así. De entrada, en todas las capitales autonómicas las Bibliotecas Regionales (y en muchos pueblos) abren los sábados. Y otras más entregadas, como la de Santander u Oviedo, también los domingos. Funcionarios y lectores han normalizado pasar un día festivo en la biblioteca, como podrían hacerlo en un museo o en un teatro.

Aquí, en el reino del tardeo y la cerveza, este tema puede parecer extemporáneo. Aunque en Alicante, hablar de bibliotecas, y más concretamente de la Biblioteca Provincial del Paseíto de Ramiro, supone abrir la caja de los truenos.

En diciembre de 2008, Manuel Dopazo informaba en este diario que el Ministerio de Cultura pedía al Ayuntamiento de Alicante licencia para la rehabilitación integral del edificio. Se trataba de un proyecto del arquitecto Francisco Javier García Alcázar, ganador del concurso convocado al efecto, que ascendía a 9.662.800 euros. Dopazo informaba que “el nuevo edificio contará con las cinco plantas que tiene el actual, pero modificará sensiblemente su diseño. La superficie total será de 6.000 metros cuadrados. Las dependencias de la nueva biblioteca pública se distribuirán en cinco zonas, destacando de entre ellas la zona de adultos, que tendrá 2.400 metros y que acogerá las áreas de información y consulta, fondo general y préstamo, música y cine, revistas y prensa”.

Trece años después, en abril de 2021, el ministro de Cultura Rodríguez Uribes visitó la Biblioteca y confirmó que había una partida de 14 millones para su rehabilitación, un millón de los cuales se invertiría ese mismo año. Han pasado 18 meses y seguimos igual, mientras en Málaga se han iniciado las obras en el convento de San Agustín para que en 2025 esté lista la nueva Biblioteca Provincial. Cultura alicantina sigue siendo un oxímoron.