El sábado por la tarde me encontré en la trasera del Teatro Principal a una señora que en un valenciano que de tan arraigado y limpio era un disfrute escucharlo, me preguntó si iba bien hacia el cine Ana, a donde se dirigía ver uno de los estrenos españoles. En nuestra breve conversación bilingüe, pensé en lo mal que se ha portado la Alicante oficial con los comprovincianos, vengan de la comarca que vengan.

Pero, como en los capítulos de ‘Los Simpson’, que al segundo minuto dan un cambio radical de guion, de lo que quería reflexionar muy brevemente es de cómo se está arrinconando el buen cine español, que el Festival de San Sebastián en su 70 edición promocionó como nunca había hecho hasta la fecha.

En su Sección Oficial competían cuatro películas españolas, ‘Girasoles ciegos’, ‘Suro’, ‘La maternal’ y ‘La consagración de la primavera’. Esta última fue vista durante el fin de semana de su estreno por poco más de 1.400 espectadores en toda España. Lamentable. ¡Qué lejos estamos de Francia! Mucho me temo que los otros tres títulos correrán una suerte parecida.

Ni siquiera toda la promoción que supone competir en el único festival de Clase A que se celebra en nuestro país es capaz de generar la curiosidad de más de un millar y medio de espectadores en las 33 salas más presumiblemente cinéfilas del territorio.

Otro tanto cabría decir ‘Rainbow’, de Paco León. Les aseguro que los 3.000 espectadores que la vieron en el Velódromo de Anoeta superaron los de todas las salas donde se exhibió. ¿Esperan a verla en las plataformas? Pero si lo bueno, aunque la película sea fallida, es sumirse en lo que de experiencial tiene la apuesta. Qué país, y qué futuro.