Somos muchos los que consultamos, y en ocasiones también escribimos, reseñas en páginas como TripAdvisor o Google. Gracias a ellas he descubiertos sitios muy interesantes en Alicante, y es que el boca a boca no lo es todo.

Yo no compro en Amazon, pero me consta que la gente, antes de hacer un desembolso, revisan lo que han escrito los demás .Sin embargo, la pregunta que yo me hago es, ¿debemos de fiarnos de estas opiniones?

He leído que hay personas (e incluso robots, cuestión que a un zopenco tecnológico como yo le alucina), que dan notas positivas exageradas, para destacar sus productos y aumentar sus ventas, ya que, como es normal, la mayoría de los clientes se fijan en esas valoraciones. Incluso me contaron que una conocida cadena hotelera nacional tenía una persona exclusivamente para escribir comentarios de estancias en distintos hoteles, pero, en vez de poner cinco estrellas, calificaba con cuatro, para hacerlo más creíble, quejándose de alguna tontería insustancial, diciendo, por ejemplo, que no tenían café arábico, o que no había suficiente variedad de almohadas. Cualquiera que leyera esa reseña pensaría que el establecimiento era estupendo, y que quien la había escrito era un poquito tontín.

Según me han contado, una de las grandes amenazas que reciben los restauradores por parte de los clientes es publicar una reseña negativa si no les sirves fuera de horario, o no les invitas al café o al chupito. Tan a menudo se han escrito comentarios por parte de gente que no ha comido y ni siquiera pisado un restaurante que, para combatir esta práctica que también afecta a las compras online, entró en vigor el pasado 28 de mayo un real decreto que modifica la Ley General para la defensa de los consumidores y la Ley de Competencia Desleal, que establece que las plataformas deben indicar si las reseñas han sido escritas por personas que realmente han usado su establecimiento o comprado sus productos.

Esa "democracia" según la cual cualquiera puede poner una reseña ha provocado que la taberna "Manolito Macron" reciba, por sus precios populares, mucho más votos que un restaurante con estrella Michelin. Y, además, está claro que el humilde hostelero de este restaurante que me acabo de inventar (por si acaso a alguien le ha dado por buscarlo en google) no ha contratado a nadie para que escriba opiniones, así que, en este caso, yo me voy a fiar de estas calificaciones cuando se trata de un sitio pequeño y hay muchas.

Y eso que, ocasionalmente, ves opiniones magníficas de un restaurante malillo, y piensas : pero, esta gente, ¿qué come en su casa?

Ahora bien, a veces, el camarero te pide por favor que hagas un buen comentario en TripAdvisor o lo despedirán mientras dan la vuelta al filete (perdóname, Garzón). Con tu review puedes contribuir a la supervivencia o extinción del trabajo del barman, o del guía turístico, que te ha dicho que su jefe es lo único que valora. ¡Vaya presión y responsabilidad! Tú que has ido a pasar un buen rato, o a conocer una ciudad, y resulta que, si no te ha gustado mucho el trato del camarero, o las explicaciones del guía, y se te ocurre decir que no era gran cosa, en el fondo, tendrás un Pepito Grillo dentro diciéndote, con voz cavernosa: "por tu culpa van a despedir a este buen hombre, no digas la verdad". Al final ¿qué hago? Pues me marco un "Rajoy", es decir, nada de nada. Ni perjudico al trabajador, ni engaño al usuario de la web.