Cuando las cosas no le fueron como esperaba a la candidata a la alcaldía de Elche Mireia Mollà, saldría como un tiro en pos su escaño convenientemente reservado en el Cap i Casal. Igual que Olona después en Andalucía, pero con más gracia y fortuna. A Iniciativa del Poble Valencià la fundaría, junto a Oltra, un minuto después de ser expulsadas ambas de EUPV y en L’Alfàs aún recordamos como recaló para recoger los cuatro votos que a las autonómicas le pudiera brindar un grupúsculo de independientes venidos a menos que en estos momentos andan con sus últimos estertores vegetando en Ciudadanos donde acabaron por recalar. Un auténtico salto mortal con pirueta, pero como se suele decir por estos lares, “tota pedra fa marge”. Hablamos por tanto de alguien que sabe perfectamente lo que quiere y si no lo sabe, ya se lo soplará su padre al oído, que menudo es.

Mollà, como Ribó optó por “reflexionar” de perfil, ante la marcha de Oltra, pero a diferencia del último no bailó en el aquelarre esperpéntico organizado para solidarizarse con la ex vicepresidenta para mostrar unidad y fortaleza y del que aún deben de andar arrepintiéndose. La de Elche hizo “mutis por el foro”. Calculó mal.

Con estos mimbres es fácil de colegir que nada de lo que dice o hace el personaje es gratuito. Pero además tenemos todo lo que no ha hecho, que es mucho, escaqueada como ha estado en todos cada uno de los momentos más difíciles que hemos vivido en la Comunidad, ya sea en la DANA de la Vega Baja o en los más recientes incendios de la Marina Alta. Es por eso que no deja de ser una paradoja que le hayan acabado haciendo un “Casado” para justificar su cese.

Me lo decía un buen amigo entre risas. “Para una vez que dice la verdad, la echan”. Porque la aportación de sólo el 0’7 % a la capacidad solar del país es de juzgado de guardia y la entrevista de la responsable aludida, una tal Rosa Pardo, me trajo a la memoria uno de los latinajos preferidos del desaparecido periodista Jose Luis Balbín, aquel de “excusatio non petita, accusatio manifesta.”

Puestos a buscar un motivo para facturarla, yo habría elegido sin dudarlo ni un instante, el triste final de diez o doce burritos muertos al pie del cañón, a diferencia de la ilicitana., en tareas de prevención de incendios. Una cruel e imperdonable chapuza que tiene toda la pinta de salirle gratis, por mucho que se desgañite el cargo a quien cesara la interfecta, “la Consellera estaba al tanto”, clama ahora. No parece tampoco que la fiscalía del medio ambiente haya mostrado demasiado interés, ni que ninguna asociación ecologista le haya dado por encadenarse rodeando su coche oficial. Más le vale, porque con la Ley de Protección Animal de sus antiguos compañeros de partido, mal lo tendría para escapar de la prisión permanente revisable.

Es difícil saber cómo afectará todo esto a Compromís y los rebotes que tendrá para el Botànic y su eventual reedición con un tercero en discordia (se admiten apuestas), que puede acabar por restar aunque pretenda sumar.

En cualquier caso estaremos de acuerdo en que lo último que necesitamos a estas alturas del partido es una erupción del “Volcànic” (Juan R. Gil) , pero nada es descartable porque como decía Chesterton, “Dios venda los ojos a aquellos que quieren perder”.