Contra la filosofía de Elon Musk

Elon Musk.

Elon Musk.

En estos tiempos de incertidumbre hiperlaxa y de cambios sin igual, cada uno lo lleva lo mejor que puede. Y en este escenario chungo que nos quieren vender algunos, cada uno se monta su propia filosofía de vida para dar sentido a su existencia cotidiana y a su día a día banal. ¿Cuál es la filosofía del excéntrico magnate Elon Musk, lector de Nietzsche y Schopenhauer, fundador de Paypal, SpaceX, inversor de StarLink y Tesla y actual dueño de Twitter? Hace poco lo reconoció públicamente: los nuevos filósofos de la Escuela de Oxford que defienden el largoplacismo radical y el transhumanismo tecnológico. Por ser breve, el largoplacismo se postula como una teoría ética que aboga por la necesidad de asegurar la supervivencia y mejora de la raza humana a largo plazo a costa de “dejar a su suerte” o sacrificar a la mayoría de la humanidad actual a corto y medio plazo. Por ser más claro, la supuesta premisa moral, en su versión más radical, se la sostiene bien gorda: ante los “riesgos existenciales” del día de mañana hay que “dejar morir” a corto plazo a una gran parte de la población (los pobres) para que longtermism puedan sobrevivir unos pocos (los ricos). Así de claro, punto y pelota. Para ello hay que llevar a cabo ciertas medidas radicales y hay que hacerlo ya, claro está: cesar la partida “altruista” de dinero para luchar contra el hambre e invertir toda la financiación disponible, tampoco en la mejora de la sociedad actual de los países privilegiados, sino en proyectos de investigación biotecnológica en IA para que esta minoría de la minoría mundial de ricos selectos pueda sobrevivir, reproducirse y con el tiempo poblar estaciones espaciales y colonizar otros mundos, cumpliéndose así los sueños húmedos del falso profeta twittero de fusionar hombre y máquina.

Según estos nuevos filósofos anglófonos de la Escuela de Oxford a los que sigue y sufraga Elon Musk, a este ritmo, en menos de 80 años, cuando lleguemos al siglo XXII la población mundial posiblemente haya alcanzado los 11.000 millones de personas. De hecho, estamos en una época de “riesgo existencial” máximo y cada vez tenemos menos posibilidades de no llegar a ese siglo. El porcentaje actual, según ellos, es de una entre seis posibilidades de que la raza humana se extinga antes del 2099. Retroalimentados por estas viejas filosofías de nuevo cuño biotecnológico, el megalómano de Musk y otros del peligroso club selecto de archimillonarios “filántropos” han subvencionado e invertido en empresas y fundaciones de investigación pionera en biotecnología de IA avanzada. No hace falta ya como antaño esconderse de manera orwelliana como animales de una granja: Bill Gates, fundador de Microsoft e inversor de muchas farmacéuticas, nos “previene” una y otra vez contra el riesgo de un ataque bioterrorista, como ya nos “predijo” la pandemia más reciente; Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, se ríe con júbilo en público cuando dice que el futuro biotecnológico está ya programado y que el ciudadano no tendrá nada y será feliz; Zuckerberg, dueño de Facebook y demás, defiende sin mucho éxito que el futuro ya está aquí y es el Metaverso.

En fin, estos nuevos lobos con piel de cordero que van de “filántropos” y demás, presionan con sus megainversiones a organismos y naciones, a élites políticas y económicas, también a los medios de comunicación de los que son accionistas mayoritarios, y con ello a toda la red y tejido social, para que se cree y se crea en un nuevo concepto de “lo humano” y, con ello, en la necesidad de un nuevo gobierno a nivel mundial, una especie de Organización Mundial del Ciberespacio, que dirija y controle el uso de la IA en el plano bélico, económico y también social, promoviendo la biotecnología y la digitalización masiva de la vida cotidiana de los seres humanos, tratando de seguir como se pueda el modelo Made in China… Tampoco es casual que Elon Musk permita ahora pagar con criptomoneda en Twitter, nuevo altavoz de esa filosofía transhumanista. Por resumir el tema sin más dilema: ir a Marte y hacer expediciones espaciales a costa de dejar que se mueran de hambre los pobres para que no se reproduzcan más… Esa, y no otra, es la filosofía de Elon Musk, sea quien sea que esté detrás de ese personaje, nuevo gurú avatar para muchos, falso profeta o Anticristo para otros….Qué más da.