Las escaletas mandan

Las agencias internacionales marcan la escaleta diaria de noticias. La primera semana del año, Europa entera y una España con los políticos de vacaciones, «picó el anzuelo» convirtiendo sus informativos en el tráiler de un apocalipsis. El virus del coronavirus había mutado en China, los residentes de aquel país tenían permiso para salir de él a partir del 8 de enero, y las consecuencias podían ser estremecedoras.

De este modo, vimos cómo nuestros noticiarios abrían con imágenes de los hospitales de un país del tamaño de Europa y 1.411 millones de habitantes, con enfermos en boxes y en pasillos, iguales que las que vemos en las de nuestras comunidades autónomas. Hagamos un momento el esfuerzo de verlo al revés. Imaginemos que los informativos de las televisiones chinas abriesen con esta noticia alarmista, anunciando que en Europa se han vuelto a dar casos de covid. Ilustrando la noticia con imágenes de hospitales mezcladas al tuntún de interiores de hospitales de Oporto, Lyon, Milán, Copenhague, Bruselas, Oslo y Bucarest. ¿No lo consideraríamos como una falta de rigor informativo? Más allá de eso, yo asistí perplejo durante aquellos días apreciando cómo lo que se contaba y de la manera en que se contaba se aproximaba a la xenofobia. Porque se trataba a los ciudadanos chinos, sin distinción, como verdaderos apestados.

Afortunadamente, en periodismo una mancha tapa otra, y apenas llegó la semana del 9 de enero otras noticias entraron en tromba para silenciar aquella supuesta catástrofe. Sirva como ejemplo de cómo Occidente mira a Oriente con una enorme superioridad moral. Más concretamente a China, cuyos ciudadanos me merecen mucho respeto. Gracias a uno de ellos mi kiosco de referencia, el de Rambla/calle Mayor, permanece abierto (hasta los festivos a altas horas).