Las responsabilidades personales de los políticos

Un grupo de personas mayores charlando en una calle de Alicante

Un grupo de personas mayores charlando en una calle de Alicante / Pilar Cortés

Florentino Regalado Tesoro

Florentino Regalado Tesoro

 Las decisiones operativas que toman los políticos diariamente, tienen unas consecuencias sociales de un valor y trascendencia difícilmente cuantificables.

En infinidad de ocasiones, cuando estas decisiones son erróneas, el daño que causan se suele ocultar o no se valora adecuadamente, salvo por aquellos ciudadanos que las sufren de manera directa, y sin posibilidad alguna de poder anularlas y defenderse de las consecuencias que llevan consigo en su patrimonio y en sus vidas.

La falaz argucia en la que se amparan los políticos, tiene una doble vertiente, la primera es la de silbar al viento poniéndose de perfil, confiando que pasen lo más desapercibidas posibles; y la otra perversa vertiente, es la de ampararse en unas siglas acudiendo a una responsabilidad política, donde en la misma cabe de todo y sin consecuencias prácticas de tipo alguno.

Ambas resultan impresentables para aquellos ciudadanos que ven arruinado su patrimonio o su calidad de vida, percibiendo su indefensión, al comprobar que los políticos responsables de las decisiones erróneas tienen patente de corso, eludiendo su responsabilidad personal al difuminarlas tras las siglas políticas que correspondan, donde se estrellan las reivindicaciones ciudadanas, sin encontrar respuestas.

Una posible vía frente a las decisiones irresponsables de algunos políticos, es abrir la veda a la ciudadanía y sobre todo a las asociaciones cívicas (La PIC nos mostró el camino), para que adquieran la sana costumbre de poder acudir a los tribunales con demandas personificadas, exigiendo daños y perjuicios, cuando se demuestre que las mismas se han manifestado erróneas por intereses personales, sean estos del tipo que sean, sobre todo cuando son tomadas visceralmente, sin rigor alguno, al no haberse efectuado unos análisis y estudios previos de los problemas, donde se analicen las ventajas e inconvenientes de dichas decisiones. ¿Que los políticos pueden equivocarse? No tenemos duda alguna, porque los errores son inevitables en la actividad humana, pero siempre podrá argumentarse sin trampas, que las decisiones fueron tomadas con datos objetivos como adecuadas en un determinado momento y bajo unas circunstancias precisas.

Lamentablemente, las decisiones erróneas de los políticos, rara vez pueden ser justificadas si se aplica un análisis a las mismas con la limpieza y el rigor exigible.

Para acabar, pongamos tres ejemplos de decisiones que están causando un daño considerablemente en los ciudadanos.

La decisión que personalmente tomó nuestro Presidente el Sr. Sánchez relativa a Marruecos y el Sahara, obviando Argelia, está generando unos daños económicos considerables a los ciudadanos relacionados con el gas que tenemos que importar, grandes pérdidas y más de una ruina, a las empresas que comercializan con Argelia. ¿Qué responsabilidad personal ha tomado por ello el Sr. Sánchez? Ninguna.

Las decisiones que están tomando ciertos políticos de todos los signos, con los ecologistas de salón sin sin vergüenza torera, al margen de una escala de valores humanística y sin respetar las consideraciones técnicas más elementales sobre los trasvases, generando unos daños incalculables en miles de familias y en la riqueza nacional, sin que se les exija una responsabilidad personificada, resulta indignante. La lista de personajes que podrían ser demandados de malversación por el mal uso de bienes públicos y por no desarrollarlos como se debe, no es corta. Así, a vuela pluma, podríamos empezar por la Sra. Cospedal y la Sra. Tejerina y después por el Sr. Page; a la Sr. Narbona se le podría asignar un trato especifico junto a su discípula predilecta, la ministra Teresa Ribera. Lo que hizo la Sra. Narbona con los trasvases, en favor de las desaladoras, tendría que haber sido motivo de divorcio con su pareja, el Sr. Borrel, que ojalá se hubiese plantado y tirado adelante con su PLAN HIDROLOGICO, cargado de sentido común.

Y a pequeña escala, teníamos un concejal en San Juan (un contubernio reciente entre el PP y Ciudadanos creo que lo ha defenestrado), sin formación técnica conocida, que se autoproclama experto en movilidad, tras haber hecho algún cursillo en la Universidad de esos que no hace falta examinarse para que te den un diploma, en el que parece haberse basado para imponernos en la N-332 soluciones aberrantes, confundiendo la movilidad con el tráfico; y por tanto, confundiendo las churras con las merinas, cuando compara la carretera con la Gran Vía de Alicante, una vía urbana consolidada, frente a una vía en territorio terciario y de acceso a la ciudad de la zona norte y toda la Playa de San Juan.

El dineral que está costando en atascos sus caprichos, ni se sabe; se va de rositas sin responsabilidad alguna, dejando el muerto a su sucesor, que si no lo remedia, lo seguiremos pagando los ciudadanos en horas perdida, contaminación y stress.