La mujer musulmana se subleva

Luis Segovia

Luis Segovia

Hace cuatro meses, la joven iraní Masha Amini perdía la vida en una comisaría, tras ser detenida por la Policía de la Moral, alegando que llevaba mal puesto el velo islámico. Las protestas y manifestaciones desde entonces han ido en aumento, y como consecuencia ha crecido la reacción, con cientos de detenciones, más de 400 muertos, y últimamente han ahorcado a dos jóvenes que se enfrentaron con la policía, la cual está disparando a bocajarro con escopetas a las caras y genitales de las mujeres manifestantes que están quemando públicamente el velo islámico y el chador.

No se puede generalizar sobre la condición de la mujer musulmana pues hay mucha diferencia entre los diferentes países islámicos, desde Afganistán, Irán, Arabia o Sudán, donde la mujer soporta una sujeción al patriarcado en un régimen de completa desigualdad, a diferencia de los países del Magreb, Marruecos, Argelia y sobre todo Túnez en el que cada vez se legisla más sobre la libertad e igualdad de las mujeres musulmanas, aparte de algunas etnias como las saharauis donde las mujeres participan en asambleas políticas y son miembros del ejército de liberación.

El derecho islámico, que se resume en la llamada Sharia y se aplica en muchos estados teocráticos, tiene una reglamentación completa de la vida común referida especialmente a las mujeres, establece límites en su condición social y sobre todo familiar. Así en el matrimonio interviene el hombre y el tutor de la mujer; la dote no es como en occidente patrimonio que aporta la mujer para soportar las cargas del matrimonio, sino es al revés, lo aporta el marido como compra del “disfrute” de la mujer. El marido puede repudiar a su esposa por su simple declaración y basta para romper el vínculo, mientras que la mujer precisa para divorciarse varios años de separación y que se declare judicialmente y durante el tiempo de la separación no tiene derecho de alimentos. En cuanto a los hijos, pertenecen al padre y a la familia del padre, así que, en caso de separación, la custodia corresponde a la familia del padre. La declaración testifical de dos mujeres equivale a una de un hombre. La mujer hereda la mitad de la que le corresponde a los hombres que tengan el mismo grado de relación familiar con el causante.

El hombre puede tener varias esposas (poligamia), que ellos llaman el marido compartido, aunque es cierto que cada vez se practica menos, quedando reservado a las clases pudientes y muy mal visto entre las nuevas generaciones. La mujer debe de obedecer al marido, pudiendo ser castigada físicamente si desobedece sin causarla lesiones o heridas, debe seguir el domicilio que señale su marido, sigue la nacionalidad de él, y debe tener su misma religión; por ello la mujer musulmana, en principio, no puede casarse con un no musulmán, y la no musulmana si se casa con musulmán, tiene que seguir esta religión o ser considerada como hereje. Está severamente castigado (incluso con la pena de muerte) el adulterio y la homosexualidad, y está prohibida la prostitución y la pornografía.

La mujer no puede ser objeto de deseo por quien no sea su marido, de tal manera que no puede mostrar ninguna parte de su cuerpo que no sea la cara y las manos. Y se cubrirá siempre con el velo islámico o Hijab, también con el Chador, vestido que cubre la cabeza y el cuerpo, pero deja la cara descubierta; la utilizan muchas mujeres en Irán cuando salen de su casa, más restrictivo es el Niqab, un velo que solo deja los ojos sin cubrir, y por último el Burka que cubre toda la cabeza y el cuerpo, incluido los ojos; para mirar en la zona de la cara posee una malla de tela y se utiliza en Afganistán. Por eso el velo islámico en todas sus manifestaciones, es un símbolo de sumisión familiar, para estar fuera de la atracción de otros hombres, ya que no se trata sólo de cubrir una parte de del cuerpo como es el pelo o la cabeza, y los países que imponen el velo a partir a la pubertad no permiten sombreros o gorros aunque tapen todo el pelo. Y cuando se pueden mezclar con otras mujeres es una señal de identificación para que se pueda controlar si fuman, sin beben alcohol o si van acompañadas de jóvenes que no sean musulmanes. En Irán una de las sublevaciones de las mujeres es ir contra el velo islámico, por lo que representa de servidumbre e imposición.