El clima, con multa entra

Un coche conectado al punto de recarga de la avenida de Alfonso el Sabio, en Alicante.

Un coche conectado al punto de recarga de la avenida de Alfonso el Sabio, en Alicante. / Pilar Cortés

Tomás Mayoral

Tomás Mayoral

La tendencia a infantilizar a la ciudadanía en algunos asuntos en los que, a juicio de las diversas Administraciones, tendemos por lo visto a la molicie alcanza en los asuntos climáticos cotas realmente espectaculares. Incapaces de hacer la más mínima pedagogía constructiva, tal vez porque resulta imposible por las continuas contradicciones en las que incurre el buenismo algo hipócrita de estas políticas, lo único que se les ocurre es el susto o muerte o bien la construcción de una difusa culpa climática universal que es como aquel pecado original con el que los niños venían al mundo. Algo así como “existes, luego contaminas”. Llevados por esta posesión de la verdad absoluta, los nuevos Torquemadas climáticos llegan a pensar antes en la sanción que en la norma, como si la vara de avellano de la multa fuera la única manera de hacer las cosas. Ayer la FEMP se subió a la parra punitiva y decidió las multas de hasta 260 euros que nos van a endiñar en aplicación de las nuevas Zonas de Bajas Emisiones, un invento que, repito el verbo, le han endiñado a todos los municipios tengan o no problemas con la calidad del aire derivados del tráfico. La paradoja del asunto es que dichas Zonas de Bajas Emisiones, que en el caso de nuestra provincia afecta a las ocho localidades más grandes, no han sido implantadas en ninguno de los municipios concernidos, pese a que debían de haberlo hecho desde principios de este año. De hecho, ni está la Zona ni se la espera, al menos hasta que haya pasado la cita electoral. Que el clima nos preocupa mucho a todos, como no podía ser de otra forma, pero más nos preocupa cabrear al electorado y quedarnos en la estacada con medidas cuya utilidad real nadie acaba de entender del todo. Ojo, que no lo digo yo. Lo dicen los tribunales. El Tribunal Superior de Justicia de Asturias acaba de tumbar el equivalente gijonés a la Zona de bajas emisiones, por carencias en su memoria económica. La Unión Europea, mientras tanto, da ejemplo de esa ecología que vale según convenga. Primero se pusieron furibundos y fijaron el 2035 para la fecha tope en la venta de coches de combustión en Europa. Hasta que llegaron dos “grandes” con fuertes intereses automovilísticos, Alemania e Italia, y mandaron parar, como decía Carlos Puebla del Comandante. ¿Resultado? Aplazado “sine die”. Europa ya había dado ejemplos de ambigüedad climática declarando la energía nuclear o la producida con gas como “energías verdes” porque, una vez más, le convenía a Francia y de nuevo a Alemania. Pero nosotros somos más verdes, modernos y europeos que nadie. Y si no entra el clima por convicción, entrará por multa.

Y una cosa más:

El ministro de Cultura, Miquel Iceta, que participó ayer en el Foro + Europa celebrado en Casa Mediterráneo, derrochó simpatía en su intervención hasta que le preguntó el alcalde de Elche, Carlos González, por la Dama, inevitable cuestión que flotaba sobre el Foro casi antes que se iniciara. Entonces Iceta ya no fue tan simpático: se puso serio y hasta lapidario: “Mientras yo sea ministro y los técnicos digan que no…”. Total, que el busto íbero no va a volver a Elche, su casa, nunca a este paso porque lógicamente no se espera que si la Dama está ahora mal vaya a mejorar con el paso de los años, como dicen que pasa con las estrellas de cine (ellas y ellos). Menos mal que desde Elche solo piden una cesión temporal. No sé cómo se hubiera puesto el ministro si la pregunta se hubiera refereido a una devolución definitiva.

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