Somos terreta

Alicante y España

Panorámica de la ciudad de Alicante

Panorámica de la ciudad de Alicante / RAFA ARJONES

Antonio Adsuar

Antonio Adsuar

“El Alicante medieval, sin España, sin concordia sufre”. Lanzaba yo este aforismo hace un tiempo en uno de mis textos, intentaba tejer un mapa de las relaciones entre nuestra Terreta alicantina y España.

España se dice de muchas maneras. Existen muchos puntos de vista diversos, muchas opiniones y muchos enfoques sobre nuestros laberintos identitarios.

Creo que lo más conveniente al abordar esta muy interesante cuestión es explicarte, audaz lector, qué es España para mí, desde qué perspectiva me aproximo a la idea de España.

Para mi España es entendimiento, es convivencia, es pluralidad, es diversidad y es paz. Esto es lo que a mi modo de ver debería ser España en el siglo XXI.

Hemos de aspirar a construir un país moderno dentro de Europa, basado en la unidad y en una clara apuesta por la riqueza que suponen las Comunidades Autónomas y nuestro autogobierno.

Tenemos que admitir también que, si aceptamos esta definición que he propuesto arriba, en España ha habido históricamente poca España. Hemos vivido desgraciadamente inmersos en guerras civiles continuas, en disputas fratricidas deplorables.

En España ha faltado acuerdo y consenso, voluntad de convivencia. Tampoco han ido nuestros procesos de modernización a la par de los países punteros de Europa, hubiéramos podido llegar mucho antes a la plena modernidad de Francia o Alemania. 

A mi modo de ver, cada uno de nosotros, cada ciudadano desde su acción personal diaria y su territorio, puede y debe contribuir a mejorar nuestro país.

Ya tienes sobre la mesa, diligente lector, mi proyecto de España. Partiendo de esta idea previa cabe preguntarse ahora: ¿y nuestro Alicante, nuestra Terreta, cómo se ha llevado con España?.

Proyectemos la pregunta más allá: ¿cómo han salido paradas nuestras comarcas alicantinas de los procesos sociales y políticos que han ido llevando a la construcción de aquello que hoy denominamos “España”?

Voy a invitarte a acompañarme en un breve recorrido por los siglos pretéritos. Sígueme si quieres descubrir ideas, espero sugestivas, sobre nuestro pasado.

Adelante. Durante la edad media la actual Terreta se caracterizó sobre todo por ser una zona de frontera. En las décadas de 1240, 1250 y 1260 la Corona de Castilla fue incorporando los territorios del sur de la actual provincia a la cristiandad.

Las contradas situadas al norte de la histórica línea Biar-Busot, al norte de la demarcación provincial actual, se sumaron a partir de 1245 al Reino de Valencia, que estaba encuadrado dentro de la federal Corona de Aragón.

El Alicante-sur también pasó finalmente a formar parte del territorio valenciano por el tratado de Torrellas de 1304. No obstante, Castilla no aceptó la pérdida del territorio alicantino que le había pertenecido e inició una serie de guerras que duraron hasta 1366.

En estas desconocidas pero seminales décadas medievales la Terreta sufrió mucho, muchísimo. Ningún poder nos respetó y nuestros pueblos y ciudades fueron arrasados por unos y otros.

Faltó concordia, faltó “España” entre Castilla y Aragón y Alicante lo pagó caro. La falta de paz hispánica nos condenó al despoblamiento y no nos pudimos desarrollar mínimamente en la esfera económica.

Con el matrimonio de los Reyes Católicos en 1469 estas relaciones mejoraron. No hubo una fusión de reinos, la Corona de Aragón conservó sus leyes e instituciones y lo mismo sucedió en Castilla.

Este enlace trajo, eso sí, un mayor entendimiento hispánico; las guerras cesaron prácticamente y nuestro Alicante dejó de sufrir y pudo empezar a despegar.

Durante estos siglos pretéritos la ciudad más destacada de nuestras comarcas fue Orihuela, que era la capital del territorio.

Con la llegada al poder de los Austrias en el siglo XVI la monarquía hispánica se empezó a centrar fundamentalmente en la política exterior y una Terreta ya más sosegada prosperó de manera interesante, liderada por el muy destacado puerto de Alicante.

Andando el tiempo, y en el contexto de la enésima lucha fratricida (en este caso la guerra de Sucesión española 1701-1714), nuestras comarcas alicantinas sufrieron un grave revés con la aprobación de los Decretos de Nueva Planta en 1707.

Estas leyes abolicionistas acabaron con nuestro autogobierno y con el Reino de Valencia. La Terreta quedó dividida en corregimientos y sin capitalidad clara.

Nació el Reino de España unificado, de la mano de la nueva dinastía borbónica de Felipe V. 

Pero no todo fue negativo: el país fue ganando en unidad y se centralizó y racionalizó la administración. Además, debemos tener en cuenta que el poder que desapareció fue el poder foral, que siempre estuvo muy centrado en la ciudad de Valencia, no jugando en general un papel destacado en las instituciones del Reino nuestras comarcas del sur.

Ya en el siglo XIX, sobre todo a partir del claro triunfo del liberalismo que se dio con el comienzo del reinado de Isabel II en 1833, surgió una España más moderna, basada en una economía mercantil comandada por unas nuevas élites burguesas que modernizaron nuestro territorio.

Con esta nueva España liberal sintonizaba la provincia de Alicante, que había nacido en 1821. Esta centuria decimonónica fue esplendorosa para nuestra tierra, destacando como hitos fundamentales la llegada del ferrocarril, que unió Alicante con Madrid en 1858, y el excelente auge de la venta de vinos alicantinos que se dio a finales de este siglo.

Ya en el siglo XX, el crecimiento poblacional y económico de la Terreta se vio afianzado con el buen hacer de la economía española, que aprovechó de manera óptima su neutralidad en la primera guerra mundial (1914-18) para ganar oportunidades comerciales y disfrutó de las oportunidades de crecimiento que se dieron durante los felices años 1920.

Luego llegó la maldita guerra civil en 1936 y con ella (aunque para Alicante la contienda supuso un aumento poblacional gracias a la llegada de refugiados) las penurias, la destrucción y los bombardeos como el del 25 de mayo, que nos golpearon con tremenda fuerza.

De nuevo la falta de concordia española penalizaba a un Alicante que vivía del comercio y por lo tanto de la paz y que sufría sobremanera cuando faltaba España en España.

La amarga postguerra y la autarquía encerraron a la Terreta en sí misma. El comercio con el exterior decayó terriblemente y Alicante se hundió en tiempos grises.

Sin embargo, el cambio de política económica por parte de régimen franquista con la aprobación del plan de estabilización de 1959 volvió a dar vida a nuestras comarcas, que comenzaron a reconectarse con los mercados exteriores, vitales para nuestro comercio e industria.

España fue evolucionando y la vuelta de la democracia con la constitución de 1978 fue acompañada por la mayor época de prosperidad poblacional y económica de la Terreta, la llamada “quincena prodigiosa alicantina” (1960-1975).

Nuestra provincia pasó a ser la quinta de España en importancia poblacional y el aeropuerto de El Altet nos otorgó una dimensión internacional de la mano de un turismo naciente que transformaba en gran medida la Terreta en una sociedad de servicios.

España salía del negro franquismo y entraba en la Unión Europea en 1986, volviendo a sintonizar con un alma alicantina abierta, cosmopolita y comercial, que anhela la paz y la conexión con el exterior como hemos podido comprobar.

No me quiero extender. He dejado a muy buen seguro muchas muchas cosas fuera; si queréis saber más sobre España y su relación con Alicante os invito a explorar mi blog www.Alicantinismo.com. 

Hoy ha llegado nuestra hora de concluir.

Creo que se puede afirmar con rotundidad que Alicante ha necesitado para prosperar una España mejor, en paz y que sepa armonizar su unidad con su pluralidad.  

Por siglos esta España desgraciadamente no ha existido y Alicante no ha podido, a causa de estas carencias cívicas, vivir en paz y desarrollarse.

Alicante necesita más España, una España plural, democrática y avanzada. La Terreta debe contribuir a forjar y tejer, como lo ha hecho durante siglos, una España mejor, más cosmopolita y conectada con el mundo.

¡Sigamos avanzando juntos!