El relevo generacional en el calzado y sus empresas

Cadena de producción de calzado en una empresa del Parque Empresarial de Torrellano, en Elche. | MATÍAS SEGARRA

Cadena de producción de calzado en una empresa del Parque Empresarial de Torrellano, en Elche. | MATÍAS SEGARRA / porSergioRosVidalPresidentedelaFundaciónPascualRosAguilar

Sergio Ros Vidal

Sergio Ros Vidal

La cuestión de la sucesión es intrínseca y recurrente a las empresas que consiguen que sus proyectos perduren lo suficiente en el tiempo como para estar en disposición de trascender a sus fundadores.

En la historia del calzado de Elche encontramos numerosos casos donde la sucesión al frente de la propiedad de las empresas ha sido el último caballo de batalla de sus fundadores. La dichosa estadística nos dice que la gran mayoría no sobreviven a un proceso como el de su sucesión.

La supervivencia del sector siempre ha estado soportada por su propio relevo generacional. El saber hacer de un oficio como el del calzado ha ido traspasándose de generación en generación como si de un gran patrimonio se tratara, pues permitía ganarse la vida dignamente.

Las primeras grandes empresas que se instauraron en Elche, a principios del siglo pasado, durante el inicio de la era industrial del calzado, fueron grandes universidades de conocimiento del oficio. En aquella época, el hecho de trabajar en ellas era motivo de prestigio y admiración social. De allí salieron muchos trabajadores que, con el oficio bien aprendido, decidieron dar el salto y convertirse en emprendedores montando sus propias empresas. Este auge de empresas supuso, a la vez, un gran impulso demográfico en la propia ciudad durante la década de los 60. Gracias principalmente a la inmigración proveniente desde muchos puntos de España, que respondían a la llamada de las posibilidades de trabajo que se estaban generando en la ciudad.

Mientras el germen emprendedor industrial ya estaba floreciendo en multitud de talleres y pequeñas fábricas por toda la comarca, los fundadores de estas grandes empresas se enfrentaban a su último gran reto profesional: el relevo al frente de sus propias empresas. Durante toda su vida, habían dedicado todos sus esfuerzos a la construcción y dirección de sus proyectos de empresa. Al mismo tiempo, también habían tratado de dar la oportunidad a sus hijos de tener una buena preparación a través de unos buenos estudios universitarios. En muchos casos, los hijos aprovecharon estas oportunidades dedicando sus esfuerzos a otras profesiones alejadas del sector y, en otros pocos casos, afines a éste. ¿Cuál fue el resultado? Observando hoy el devenir de cada una de estas empresas, vemos que ninguna de las que iniciaron el auge industrial del sector, consiguió aguantar más allá de algunos años tras la muerte de su fundador.

Explicaciones habrá muchas, tantas como empresas y circunstancias, pero el hecho es que el relevo en el sector de estas empresas se produjo a través de una nueva generación de emprendedores que, desde los trabajos más humildes y con grandes dosis de esfuerzo, supieron construir este relevo a través de sus propias aventuras empresariales.

Fue una generación con un gran espíritu emprendedor y con una fuerte vocación internacional que, sin apenas medios y en la mayoría de los casos, con poca formación académica, supieron hacer frente a los retos cada vez más globales de sus negocios y convertirse en los nuevos referentes del sector durante los años 70 y 80. Una generación que tuvo que adaptarse a muchos cambios sociales, geopolíticos y de consumo.

A finales de la década de los 80 y principios de los 90, la competencia industrial de otros mercados en un marco de negocios más global provocó que algunas de estas empresas empezaran a mover su timón, sufriendo una transformación estructural que, en la mayoría de los casos, supuso pasar de ser grandes fábricas a ser grandes marcas de calzado.

Además, a finales de los años 90, se empezaba a atisbar un problema en el relevo generacional en las fábricas, donde la sucesión de nuevas generaciones de trabajadores se empezaba a ver mermada considerablemente. Pues los hijos de familias trabajadoras del calzado, al ver el esfuerzo y dificultades de sus propios padres como parte de la industria del calzado, empezaron a revelarse contra su destino y optaron por enfocarse a otros trabajos y disciplinas fuera del sector. Esta falta de relevo en la base podemos afirmar que es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el sector industrial del calzado en la actualidad.

En este contexto de cambio continuo y de paulatina carencia de profesionales del oficio del calzado, han seguido surgiendo nuevas empresas, unas han aprovechado las oportunidades que siempre surgen en los cambios y han salido reforzadas por su rápida adaptación y otras simplemente han ido desapareciendo. Las que han conseguido mantenerse tienen que enfrentarse al reto de su sucesión, como otras empresas también lo hicieron en el pasado.

Hoy son muchas las empresas de calzado de la cuidad que están en pleno proceso de relevo generacional. La tarea sigue siendo de las más complicadas. La entrada en la empresa de varios propietarios de distintas generaciones en el proceso de sucesión hace que la convivencia y los acuerdos en el ámbito de la gestión de la empresa sean habitualmente complejos. Los fundadores tratan de encontrar la fórmula que les garantice el relevo ideal y perpetúe su obra. Pero la realidad es que suele ser muy complicado llegar a buen fin sin damnificados ni sentidos perdedores cuando una de las partes se impone sobre las otras. Desde mi experiencia, cuando aparecen varios actores en escena, parece que el buen gobierno entre las partes es imposible sin unos roles bien definidos y unas reglas de juego claras y aceptadas por todos. ¿Una cuestión de protocolo? No, creo que más bien de sentido ‘común’ y buena voluntad de las partes.

Este es un reto que seguirá existiendo mientras haya empresas que suceder y nuevas generaciones que quieran seguir el relevo. En este sentido, recuerdo a mi padre mencionar en un acto de la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante en el hotel Meliá: ‘Nos hemos preocupado mucho de qué empresas les dejábamos a nuestros hijos, pero no tanto de qué hijos les dejábamos a nuestras empresas’. Pues eso, una bendición o una condena, según el caso.