En estrecha comunión

Ayuso, Mazón y Catalá, en València

Ayuso, Mazón y Catalá, en València

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

El domingo Mazón ensalzó el modelo de Ayuso y puso la Comunidad de Madrid como ejemplo. Para que haya quien diga que el cambio horario no afecta.

   La consecuencia inmediata de algo así es que no sé de qué hablar, si del modelazo o del jet-lag de andar por casa al que nos tienen sometidos nadie sabe bien para qué. Tengo dudas acerca de cuál es más dañino, aunque no muchas la verdad. Los efectos de la quiebra en la rutina suelen durar para el sueño y la levantada tres días como mucho, pero el alcance de que Isabel penetre en tu campo de acción trae consigo en cambio unas secuelas complicadas de asumir. Pienso en las parejas separadas que hicieron un esfuerzo tremendo por llevarlo civilizadamente y ahora que tanto ellas como sus círculos se sienten serenos resulta que, en el caso de que en junio coja el timón el pepé aderezado con fragancia chulapa, no volverán a encontrarse. Qué duro.

   En su alocución, la «Dama de Hierro» para «The Times» o «la nueva Isabel la Católica» y la «Merine Le Pen en español» como fue bautizada en Alemania, aseguró que «me duele que la Comunidad Valenciana se haya apartado de su pujanza. Durante muchos años se veía desde fuera con orgullo, siempre en los medios por eventos internacionales y la construcción de grandes recintos, mientras que ahora ha cambiado para mal». Con el balón aún votando, a la primera que tuvo Ximo Puig no iba a dejar pasar la oportunidad y ha recordado que la alianza aquella entre Esperanza Aguirre, Camps y Matas «fue el eje de la corrupción y no de la prosperidad». Bueno eso tampoco A la magistratura sí que le ha dado trabajo.

   De cualquier modo, el aspirante al Palau se cubrió las espaldas alegando que lo que le gusta a él son «todos los modelos de gobierno de los populares». Para no andarnos por la rama, el análisis de situación proporcionado por la jefa de Feijóo bien se habría merecido una peineta, pero no era presumible. En estrecha comunión con Vox, el gesto pertenece a ese modelo.