Un año para una ecografía

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Cuando mi médico de atención primaria me informó que la demora para realizarme una ecografía era de un año, se me cayó el alma. Tan grande fue mi estupor que solicité información a un segundo médico para contrastar datos. Tengo asignado el Hospital de San Juan para realizar todas mis pruebas mientras el Centro de Especialidades de la calle Gerona se encuentre en obras (¿quizá por espacio de una década?) y no podía creer este dato. El segundo facultativo confirmó la desoladora realidad. No hay manos para hacer estas pruebas.

Que situaciones como esta se den cada día en la España vaciada es cruel y disparatado, pero que las listas de espera eternas se hayan cronificado para casi todo en una de las zonas más superpobladas de nuestra geografía me subleva y desespera. Es un tremendo error de un sistema que ha colapsado. Alguien debe apagarlo y darle al botón de reiniciar. La cuestión es más grave de lo que parece. Sólo a quien le toca pasar por el trance sabe los daños morales (quién sabe si físicos) qué reportan estos largos retrasos en el diagnóstico.

En mi idílica visión de un mundo alejado lo más alejado posible del dinero, en una situación límite como la que vivimos no se me ocurre otra que trasladar la idea del voluntariado a la Sanidad. Habrá quien se escandalice por mi sugerencia. Nunca llamaría a los miembros de una ONG esquiroles. Es cuestión de decencia y humanidad. Nos va la vida en ello. Desterremos de una vez el mito de que tenemos la mejor sanidad del mundo. Nuestro primer mundo necesita del voluntariado como del aire que respiramos. Los sanitarios se juegan su dignidad. Los pacientes la nuestra.