En pocas palabras

Egos revueltos

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Víctor Erice, a sus 82 años, ha demostrado ser el reverso de la moneda de Carlos Saura. Menuda pataleta la del director donostiarra, que después de treinta años sin haber rodado una película, ha tenido los redaños de negarse a acompañar su filme testamentario, ‘Cerrar los ojos’, al Festival de Cannes, por un ataque de orgullo mal gestionado.

¿Tenía una serie de quejas que argumentar? Pues para eso está la enorme mesa en la que se ofrecen las ruedas de prensa. Allí podría haber ofrecido todas las explicaciones pertinentes ante los medios internacionales acreditados. Pero la avaricia rompe el saco. A Víctor Erice la selección fuera de concurso en Cannes le supo a poco. Quería que le hubiesen informado con antelación del destino de su película. Para barajar destinos, a su juicio, más lustrosos. Festivales internacionales donde jurados entregados la hubiesen premiado a discreción.

Qué malo tiene que ser ir por el mundo con esta actitud. Cuánto se debe sufrir. No quisiera estar en la órbita de Víctor Erice. Si los creadores ya de por sí son complicados de trato, el autor de ‘El espíritu de la colmena’ debe ser de aúpa. Lo dicho, la cara B de Saura. Ni que decir tiene que el Festival de San Sebastián le preparará un acto de desagravio en septiembre. El pase de ‘Cerrar los ojos’ se convertirá en un homenaje desmedido.

Aunque después, en nuestros cines, cada vez más vacíos, no habrá más de 20.000 espectadores dispuestos a ver sus tres horas de película. La crítica extranjera ha sido cauta con ella. La última de Saura, ‘Las paredes hablan’, la vimos en familia. Al cineasta aragonés, libre y disfrutón como él solo, jamás le importaron esas zarandajas festivaleras.