Mundo digital

Phubbing (Ningufoneo)

Enrique Benítez

Enrique Benítez

Un artículo publicado en La Vanguardia alerta sobre el auge del llamado Phubbing, uno de esos términos que adoran los anglosajones, construido a partir de la fusión de las palabras teléfono (phone) y despreciar (stubbing). De esta manera, el phubbing o ningufoneo (según una versión española que quizás sea pronto aceptada por la RAE), consiste en esa actitud cada vez más habitual, incluso en casa, según la cual cuando nos dirigimos a una persona que está mirando su móvil, ésta ni siquiera levanta la mirada para contestar, inmersa en su pantalla.

Esta nueva forma de relacionarnos con otros, incapaces de dejar de prestar atención a los teléfonos móviles, supera los límites de la mala educación. Es todo tan urgente y estamos tan pendientes a las redes sociales, cada cual a la suya, que incluso entre familias y amigos se evita la conversación clásica, interactuando con la otra persona, mirando a los ojos. Un estudio pionero de 2016, hace ya siete años, firmado por Varoth Chotpitayasunondh y Karen Douglas, de la Universidad de Kent, asociaba el phubbing con al menos tres factores: la exclusión social, la intensidad que demandan las redes sociales, y la necesidad de atención. Con el paso del tiempo y más perspectiva, cabe preguntarse si sólo intervienen estos factores. Hoy la epidemia de ninguneo asociada a los móviles afecta a todas las clases sociales y se extiende sin control. Quizás sea necesario que cada uno reflexione con tranquilidad sobre sus propios hábitos y formas de hacer las cosas.

Este mismo artículo señala cinco posibles adicciones relacionadas con este fenómeno. La adicción a los móviles, la adicción a enviar mensajes cortos de texto, la adición a internet, la adicción a las redes sociales y la adicción patológica al juego y las apuestas. Es decir, que lo que empieza como una señal de mala educación nos puede estar dando una pista sobre otras patologías del comportamiento mucho más peligrosas y preocupantes, si se consolidan en el día a día de las personas. Y, de fondo, otro concepto que merece una columna propia: el miedo a perderse algo, que en inglés se conoce por las siglas FOMO (Fear of Missing Out).

Ocurren tantas cosas en todas partes que la película que ganó los Óscars se llamaba, precisamente, “Todo a la vez en todas partes”. Y queremos estar ahí, lejos de casa, de las rutinas e incomodidades de la vida cotidiana. ¿Para qué levantar la mirada? Las pantallas nos dan otra vida. Eso sí, solitaria, aislada, excéntrica.