Una guerra demasiado olvidada

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Aunque dura ya desde 2011, la guerra de Siria encuentra por desgracia desde su comienzo mucho menos eco en la prensa occidental que la de Ucrania.

A ello contribuye con seguridad el hecho de que no se desarrolle en suelo europeo y el que sus desgraciados protagonistas son de piel más oscura que quienes combaten en Ucrania.

Las cosas están además mucho más confusas, y lo único claro es el interés de Estados Unidos no ya sólo en derrocar con ayuda ajena al presidente sirio, Bashir al-Ásad, sino también en el  petróleo de ese país.

Así, en noviembre de 2020, Washington eximió de las sanciones contra Damasco a la empresa norteamericana Delta Crescent Energy LLC (DCE) para que pudiera explotar los yacimientos petrolíferos del nordeste y exportar luego el crudo.

DCE había sido fundada un año antes por el ex embajador de EEUU James Cain, el empresario petrolero John Dorrier Jr, ex presidente de Gulfsand Petroleum y James Reese, jefe de la empresa de seguridad privada al servicio del Departamento de Estado Tiger Swan Security.

Según el periodista alemán Wiebke Diehl (“Junge Welt”), aquella operación, resultante de un acuerdo con la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (1) y las Fuerzas Democráticas Sirias se mantuvo en secreto por miedo a las protestas del Gobierno sirio y de su aliado ruso.

El campo de actuación de la empresa representaba aproximadamente un 60 por ciento de los recursos petroleros controlados por las Fuerzas Democráticas Sirias.

Son estos grupos no estatales que no están por tanto autorizados a firmar ningún acuerdo para disponer de unos recursos que pertenecen al Estado sirio. Pero poco importa.

Aunque Washington intentó ocultar su participación en aquella operación, el entonces secretario de Estado de Donald Trump, Mike Pompeo, la reconoció en 2020 a preguntas del senador republicano Lindsey Graham: “El acuerdo se ha demorado más de lo previsto, pero estamos ya en la fase de aplicación”.

El Gobierno de Joe Biden anularía, sin embargo, en mayo de 2021 la exención concedida por su predecesor a la empresa norteamericana, que para aquel entonces había firmado ya contratos para la exportación de petróleo sirio por un valor de 2.000 millones de dólares, aunque sin llegar a ejecutarlos.

Pero la venta de petróleo sirio por empresas ajenas al Gobierno de Damasco continúa: las Fuerzas Democráticas Sirias se dedican al contrabando de petróleo y de cereales, que transportan al vecino Irak gracias con el apoyo logístico del Ejército de EEUU.

El Gobierno de Damasco ha protestado por esa rapiña ante la ONU y denunciado que desde que el comienzo de la guerra civil siria, el Estado ha perdido por ese motivo más de 107.000 millones de dólares.

Damasco culpa de esas pérdidas no sólo a los grupos militares a los que apoyan Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudí y Qatar, sino también a las Fuerzas Democráticas Sirias aunque la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) niega su participación en el robo de los recursos naturales.

Mientras tanto, la guerra continúa y todo parece apuntar a una nueva escalada: EEUU quiere enviar, según medios turcos, a otros 2.500 militares al norte de Siria y al Irak.

Hasta ahora, los soldados norteamericanos estacionados en Siria eran oficialmente 900, pero Washington desea reforzar a las Fuerzas Democráticas Sirias, alianza de milicias multiétnicas que luchan al mismo tiempo contra el Estado islámico.

Al mismo tiempo, Washington consolida las bases militares que tiene en ese país y en las que supuestamente entrena a grupos armados que tratan de derrocar a al-Asad.

Y por si fuera poco, con cada vez mayor frecuencia están a punto de producirse incidentes entre cazas rusos y y aviones espía o drones de EEUU mientras Washington acusa a rusos e iraníes de coordinarse con las fuerzas sirias para echar del país a los norteamericanos.

(1)  Se trata de una región autoproclamada como autónoma, que el nacionalismo kurdo considera una de las cuatro zonas del Gran Kurdistán, aunque es una entidad poliétnica y plurinacional no reconocida por la ONU.

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