SOMOS TERRETA

¡Arde Alcoy!: 150 años de la revuelta del petróleo

¡Arde Alcoy!: 150 años de la revuelta del petróleo

¡Arde Alcoy!: 150 años de la revuelta del petróleo / AntonioAdsuarSomosTerreta

Antonio Adsuar

Antonio Adsuar

La Comuna de París española». Así denominó un amigo historiador hace años, cuando yo aún no sabía nada sobre el extraordinario acontecimiento que hoy quiero acercarte atento lector, a la revuelta del petróleo de Alcoy.

Esta muy importante revolución obrera se desarrolló en la ciudad del Serpis, nuestra gran capital entre montañas, en 1873, hace exactamente ciento cincuenta años. Este verano, concretamente en junio, se ha cumplido siglo y medio desde que Alcoy ardiera, presa de las llamas propagadas por la furia obrera decimonónica.

En la urbe capital de l’Alcoià se han puesto en marcha muchas iniciativas para rememorar esta atractiva revuelta: ciclos de conferencias, recreaciones teatralizadas del enfrentamiento entre fuerzas del orden y obreros, libros. Incluso se ha lanzado un documental que podéis encontrar en youtube tecleando «1873, la revolució del petroli».

¿Cómo fue aquel estallido de violencia social, del que el mismísimo Engels se hizo eco comparándolo con la ya mencionada revuelta de la Comuna de París de 1871?, ¿quiénes fueron sus protagonistas? ¿cuál fue su resultado y sus consecuencias?

Más adelante, ávido lector, cómplice de esta columna de «Somos Terreta», te contaré con algo de detalle cómo fue la revuelta que puso en llamas Alcoy.

Me gustaría, sin embargo, aprovechar esta efeméride tan destacada para desplegar en algunos párrafos una historia mínima de la ciudad entre montañas, que sirva para contextualizar su flamígera explosión obrera del 1873.

Ya sabéis, ¡los historiadores somos los pesados de los contextos!...qué se le va a hacer. En marcha entonces.

La urbs del Serpis ha sido desde antaño una ciudad especial, diferente. En gran medida ha sido la industria aquello que la ha hecho sobresaliente. Ya desde el siglo XVIII contó con una proto-industria destacada, que explotó sin dudas en el XIX.

Acudamos en primer lugar a algunos apuntes medievales; estos siglos algo obscuros y enrevesados siempre nos dan la clave. A diferencia de la parte sur de la actual provincia de Alicante, Alcoy y toda la zona que queda al norte de la histórica línea imaginaria que une Biar y Busot, pertenecieron al Reino de Valencia desde tiempos de Jaime I.

Mientras que las contradas sur-alicantinas fueron conquistadas por Alfonso X el Sabio cuando era infante en la década de 1240, perteneciendo por lo tanto a Castilla por unos decenios, Alcoy y su comarca fueron valencianas desde el minuto uno.

Cuando la zona sur de la actual provincia de Alicante, la que queda por debajo de la mencionada línea mágica Biar-Busot, fue incorporada al Reino de Valencia en 1304, este área contó por decisión real con una gobernación propia, conocida como Gobernación de Orihuela.

Alcoy, no obstante, perteneció siempre a la Gobernación de Valencia. Ambas gobernaciones tenían el mismo rango dentro de nuestro antiguo Reino.

Aunque la comunicación entre estas dos partes del cosmos alicantino fue siempre dificultosa debido a las montañas que separan Alcoy del resto de la actual provincia, nuestros dos espacios compartieron Reino hasta 1707, cuando éste desapareció a causa de los ignominiosos Decretos de Nueva Planta.

Además, desde la década de 1820 Alcoy y Alicante quedaron ligadas de manera más profunda, al pasar a formar parte de una provincia común, que recibió el nombre de su capital. Nacía así la provincia de Alicante y en ella Alcoy ha jugado un rol importante por más de dos siglos.

Pasemos ahora a dar dos pinceladas geográficas que nos permitan comprender mejor nuestra villa entre montañas. Los valientes y constantes alcoyanos han situado su ciudad en una hoya entre elevaciones, que protegen la ciudad pero dificultan a su vez las comunicaciones.

Siete son los ríos o riachuelos que recorren Alcoy, entre ellos el ya mencionado Serpis, conocido también simplemente con el nombre de «Alcoy».

La presencia de agua y de pastos montañosos para la ganadería facilitó la aparición de preindustrias de base, como veremos más adelante.

Y, ¿cuándo se fundó nuestra fuerte urbe? Fue en 1265 cuando Alcoy vio la luz. La ciudad no contó con morería y por consecuencia careció casi por completo desde el inicio de población musulmana.

Este es un detalle clave. ¿Por qué?, te preguntas con interés, curioso lector. Los musulmanes eran la mano de obra más cualificada y vital, dada su pericia en el dominio del riego, para el desarrollo agrícola.

No contar con estos contingentes poblacionales hizo que Alcoy se decantara desde un buen principio por la ganadería y la manufactura artesanal.

A pesar de que en 1291 el monarca cedió la propiedad de Alcoy al noble catalán Roger de Llúria, en 1447 el rey Alfonso V el Magnánimo la recuperó y quedó la villa para siempre dentro del patrimonio real.

Los alcoyanos siempre desearon pertenecer al realengo y amaron en gran medida los fueros y libertades del Reino de Valencia, que fomentaban con medidas proteccionistas la manufactura.

Estas labores artesanas tan características del carácter alcoyano se manifestaron ya en este siglo XV de una manera concreta: el trabajo de la lana creció en gran medida.

¡Cómo puedes observar, estimado lector, la vocación textil de Alcoy viene de muy lejos!

Andando el tiempo, los tenaces alcoyanos fueron haciendo crecer su industria primigenia, que estaba plenamente asentada en el siglo XVIII. Ya en 1721 se tintaba la lana para orientarla a su venta.

Alcoy empezó a destacar por su producción de ropa para el ejército español. También la otra industria característica de nuestra urbe entre montañas se afianza con fuerza en el XVIII: nos referimos a la industria papelera.

En 1780 ya se podían encontrar en Alcoy veintiún molinos papeleros. ¡La cosa marchaba!

Con tanta faena una primera clase obrera iba creciendo y dando un toque especial a la ciudad en el contexto de una España en su casi totalidad rural. Se calcula que en 1750 de los seis mil habitantes de Alcoy, unos cinco mil vivían en la ciudad, frente a unos únicamente mil que moraban en el campo.

¡Una cifra espectacular para los estándares de la época!

A estas alturas del artículo, sufrido lector, pensarás que ya me he olvidado de la revuelta del petróleo, de nuestra Comuna de París española que se suponía iba a protagonizar mi texto.

Tranquilo, que ya llegamos a las llamas, las escaramuzas y las fábricas ardiendo, paso ya a comentar el siglo XIX alcoyano.

Todo lo narrado hasta ahora nos permite comprender el origen de la idiosincrasia genial y especial que hizo de Alcoy la primera urbe industrial de España. Ya en 1818 se contaba con maquinaria textil.

El obrero alcoyano es recio, bravo y defiende sus legítimos derechos con vehemencia. En 1821 estalla unos de los más tempranos ataques luditas de Europa. Los trabajadores rompen las máquinas a las que acusan de quitarles el trabajo.

La centuria se desarrolla entre conflictos. Las condiciones obreras son penosas y los trabajadores son privados de salarios dignos.

Este estado de cosas llevó al estallido ardiente de 1873. En el contexto de la primera República española (1873-74), breve y convulso período político en que en España se ensayó una verdadera democracia, arranca la revuelta del petróleo.

Imagina, vivaz lector, a diez mil obreros furiosos quemando con petróleo (de ahí el nombre de nuestra insurrección) las fábricas y combatiendo violentamente a las fuerzas del orden.

Tuvo que ser impresionante; me vienen a la mente al imaginar el panorama escenas del clásico film «Metrópolis», de Fritz Lang.

Los trabajadores desafían a las autoridades, reina el caos. Su ideología predominantemente anarquista les lleva al radicalismo, los hace ir más allá.

La represión de una policía que trata de traer la calma a un Alcoy incendiado provoca la muerte de un obrero. Un masa proletaria directa y nítida contraataca. Matan los obreros a varios efectivos de las fuerzas de orden y asesinan también a diversos trabajadores del ayuntamiento.

Entre los muertos cabe destacar al alcalde republicano de la época, Agustí Albors, cuyo cadáver fue arrastrado por las calles.

Aunque el Estado tardó en devolver el golpe, la represión fue dura. Comandados por el alicantino Eleuterio Maisonnave, que entonces era ministro de Gobernación (cargo equivalente al del actual ministro del Interior) policía, ejército y guardia civil consiguen finalmente sofocar aquella flamígera y extraordinaria revolución.

Por motivos de extensión no he querido dar como has visto, atento lector, demasiados detalles sobre la revuelta del petróleo de 1873. Además, mi objetivo no era agotar el relato sino animarte a buscar mucho más sobre esta Comuna de París española.

Recordemos, estudiemos y comprendamos en este 150 aniversario esta singular insurrección alcoyana, única por sus dimensiones e intensidad en España y Europa.

Nos queda aún bastante 2023 para traer a la memoria aquellos días de sangre, fuego y lucha obrera. ¡Anímate apreciado lector a conocer mejor la alcoyana revolución del petróleo!

TEMAS