Una ibicenca fuera de Ibiza

Cien maneras de decir mariposa

El Congreso zanja el uso de las lenguas cooficiales al rechazar las enmiendas de PP y Vox

El Congreso zanja el uso de las lenguas cooficiales al rechazar las enmiendas de PP y Vox / Juan Carlos Hidalgo

Pilar Ruiz Costa

Pilar Ruiz Costa

La vuelta al curso escolar se hace muy cuesta arriba y en el aula del Congreso ha venido acompañada de un tremendo disgusto. Ya es oficial –y plurilingüe–: España se va a la mierda; España vaise cagar, Espanya es trenca, Espainia hausten da. Kaputt, c’est fini…

Aprobada la reforma del Reglamento de la Cámara que permite el uso de las lenguas cooficiales con 180 votos a favor y 170 en contra y rechazadas las enmiendas de PP y Vox, quien solicitaba que los diputados estuvieran «obligados a utilizar el español en el ejercicio de la actividad parlamentaria».

Ya sentimos el temblor de tierra cuando la recién salida del horno –de la presidencia del Congreso–, la mallorquina Francina Armengol, osó dirigir sus primeras palabras a los diputados, cual serpiente, agitando las lenguas: «Bos días, buenos días, egun on, bon dia» para, ya desatada, calificar esta Torre de Babel de «oportunidad de demostrar que la pluralidad de nuestro país es nuestra gran riqueza, que la convivencia de culturas, tradiciones y lenguas distintas nos hace mejores».

Poco importa que en el Senado lleven utilizando las lenguas cooficiales desde su aprobación en 2010: «El presidente, los senadores así como los ciudadanos y las instituciones pueden dirigirse al Senado valiéndose del castellano y las demás lenguas que tengan el carácter de oficiales en alguna Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y el correspondiente Estatuto de Autonomía». Y ya está. Poco más. El mundo siguió girando a pesar de las lágrimas castellanas del PP –Vox aún no estaba inventado– en verbigracia del senador Juan Van Halen, quien advertía del ‘ridículo a nivel mundial’ de la imagen de España si el presidente del Gobierno o los ministros comparecieran «provistos de un auricular en una Cámara en la que todos compartimos un mismo idioma».

‘Ridículo a nivel mundial’ o una ‘oportunidad de demostrar que la pluralidad es nuestra gran riqueza’ como ejemplo de que los idiomas irreconciliables poco tienen que ver con el uso obligado del castellano… ¡Suerte que nacieron en España! «Una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles» y apenas les ha tocado lidiar con el gallego, el euskera y el catalán. Imaginen si el azar los pare en Nigeria con sus 527 lenguas, Indonesia con 715 o frente las 840 de Papúa Nueva Guinea…

Sin embargo, a pesar de los hondos quejidos en la lengua de Cervantes, el drama real no es que hagamos espacio a nuestras lenguas, sino que cada dos semanas desaparece una lengua en el mundo llevándose consigo todo un patrimonio cultural e intelectual. Por ello, la Unesco en su Conferencia General de noviembre de 1999 proclamó el 21 de febrero Día Internacional de la Lengua Materna para promover y cuidar la diversidad lingüística y cultural y el multilingüismo. Pero podemos anotar otra fecha en nuestro calendario: el 3 de diciembre se celebra el Día internacional del Euskera, la lengua viva más antigua de Europa. Un testimonio presente –¡y nuestro!– de la prehistoria y cuyo origen sigue siendo un misterio. Piensen en ello cuando escuchen estos días, entre los ‘España se rompe’, que el artículo 3 de la Constitución de 1978 dice que «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». El mismo artículo termina diciendo: «La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Así que respetemos y protejamos nuestras palabras. Según los datos del INE 12.694.359 de personas en nuestro país hablan alguna de nuestras lenguas cooficiales. Pero aún hay otra cifra más importante para hacerlo: cien mariposas. Gerhard Bähr, un lingüista vasco de origen alemán publicó en 1928 en la Revista Internacional de los Estudios Vascos un artículo reflexionando sobre «por qué el vascuence posee un solo vocablo uniforme en todos los dialectos para designar a la abeja: ‘erle’, al paso que los nombres y las variantes de la mariposa llegan a cien, si no pasan de ahí». Pinpilinpauxa, tximeleta, aitamatxi, falfala, pitxilota, kalaputxi… En catalán se llama papallona; en gallego, bolboreta; en asturiano, camparina.

Bernardo Atxaga arranca su novela El hijo del acordeonista (2004) con el poema Muerte y vida de las palabras:

«Así mueren las palabras antiguas: como copos de nieve que tras dudar en el aire caen al suelo sin un lamento. Debería decir: callando. ¿Dónde están ahora las cien maneras de decir mariposa? En la costa de Biarritz recogió Nabokov uno de aquellos nombres: miresicoletea. Mira, está ahora bajo la arena, como la astilla de una concha. Y los labios que se movieron y dijeron justamente miresicoletea los de aquellos niños que fueron los padres de nuestros padres, aquellos labios duermen.»

«Si hablas a una persona en una lengua que entiende, las palabras irán a su cabeza. Si le hablas en su propia lengua, las palabras irán a su corazón.» Nelson Mandela.