El agua limpia el barro

Ximo Puig

Ximo Puig

Hace más de seiscientos años, el Concejo de Agua de Elche propuso a los Jurados de Villena, entonces en el reino de Castilla, planificar la primera conexión hídrica desde el Júcar al Vinalopó. Unieron fuerzas. Sumaron anhelos. Y ahora, aquella reivindicación que se remonta a 1420, culmina en una semana para la Historia. Concluye con la firma de un acuerdo que va a garantizar el suministro a 22.000 regantes de la provincia de Alicante. Un acuerdo histórico –por importancia y por antigüedad– entre Administraciones y usuarios. Un acuerdo que supera las transferencias puntuales desde el Júcar realizadas estos años y que regula, por primera vez, un caudal estable para la próxima década. Un caudal que va a garantizar 278 hectómetros cúbicos de agua de calidad a la agricultura alicantina. Lo hará, además, a un precio reducido. Y aliviará, a su vez, la sobreexplotación de los acuíferos del Vinalopó.

Es un hito que hemos conseguido gracias al diálogo, a la voluntad y al consenso de todas las partes. Han sido dos años de negociaciones entre el Gobierno de España y los regantes, con la máxima implicación del anterior Consell de la Generalitat. Y el fruto del esfuerzo queda plasmado en el acuerdo firmado esta semana en Aspe.

Esa Vía Valenciana es el ejemplo de cómo se solucionan los conflictos. El ruido y la confrontación no han arreglado nada. La política de trinchera y de conflicto permanente, instrumentalizada partidistamente por algunos, se ha demostrado estéril. Y esa es la lección de esta paz del agua: la decisiva importancia del diálogo y del acuerdo para obtener avances reales en materia territorial.

Ahora se abre un tiempo para la reflexión. Dice el refranero que el tiempo da y quita razones. ¿Dónde quedan aquellos que han utilizado la cuestión del agua para sus intereses partidistas sin importarles las consecuencias? ¿Dónde quedan aquellos que predicaban cada día soflamas apocalípticas? No buscaban el agua. Buscaban el barro político. Y ahora han quedado varados en el fango de sus contradicciones, de su populismo, de su amoralidad. Ya lo sabíamos: la demagogia nunca ha traído una sola gota de agua. Lo constatamos de nuevo. El tiempo ha dado la razón a quienes siempre hemos defendido el acuerdo como la vía más fértil para lograr la suficiencia hídrica que merecemos. Y ya la tenemos.

Este acuerdo del Júcar-Vinalopó nos proporciona el agua para siempre por la que tanto trabajamos. Este consenso une más a la Comunitat Valenciana. Une a dos cuencas hídricas de nuestro territorio. Cosemos mejor nuestras comarcas. Vertebramos de verdad. Es un ejemplo de solidaridad que atiende una reivindicación justa de los regantes de Alicante. Llega el agua; se cierra el grifo del populismo hídrico.

Hará falta memoria histórica para la próxima ocasión. Recordar el papel, y el fruto real, de cada actor. Recordar quién tenía las manos sucias de barro y cómo se consiguió la paz del agua. Esa es la Vía Valenciana.