Licencia para insultar

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una conferencia del Partido Popular Europeo, en el Hotel Grand Marina, a 27 de noviembre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). El Partido Popular Europeo (PPE) celebra un acto en Barcelon

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una conferencia del Partido Popular Europeo, en el Hotel Grand Marina, a 27 de noviembre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). El Partido Popular Europeo (PPE) celebra un acto en Barcelon / Kike Rincón - Europa Press

Miguel Ángel Santos Guerra

Miguel Ángel Santos Guerra

En una grabación realizada en las numerosas manifestaciones celebradas estos días en la calle Ferraz de Madrid, donde está ubicada la sede del partido socialista, se ve a una señora mayor acercarse a un joven y preguntarle:

  • ¿Contra quién vamos?

Ella está allí, aunque no sabe contra quién. El PP y Vox están promoviendo un clima de hostilidad y llenando la calle de protestas e insultos. ¿Cuándo van a aceptar que perdieron las elecciones generales? Ella supone que por algo o contra algo o contra alguien hay que protestar. Lo curioso es que si le hubiera preguntado a quince o veinte personas, es probable que le hubiesen dado respuestas muy diferentes. De hecho, las pancartas y los gritos coreados hacen referencia a motivos muy distintos.

Uno de ellos es la persona del Presidente del Gobierno. Es objeto del odio de mucha gente. Se le tacha en el Parlamento de dictador, de traidor, de felón, de vendepatrias, de autócrata, de mentiroso, de ambicioso… Y ese trato salta a la calles. “Pedro Sánchez, hijo de puta” es un lema coreado que condensa toda la animadversión que desean expresar los allí convocados. “Pedro Sánchez a prisión” es otro lema repetido a voz en grito. No es extraño que se produzcan estas reacciones cuando el señor Martín Tellado, diputado y portavoz del PP, dice que Sánchez debería salir del país en el maletero de un coche.

Otro motivo es la ley de amnistía. Estoy seguro de que ni uno solo de los que protesta contra ella ha leído ni una línea de la ley. No sabe en qué fundamentos jurídicos se apoya ni en qué medida está fuera o dentro de la Constitución. Es probable que una parte de la protesta radique en que la ley sea la moneda de cambio para la investidura de Sánchez. Ese es el problema.

Si el Presidente no hubiese precisado los votos de Junts no se hubiera planteado la amnistía, de la misma manera que si no fuese el precio del apoyo no estaría tan duramente criticada.

El partido socialista es objeto de agresiones sin cuento. Las veinte muñecas hinchables son una clara referencia a casos en los que algunos diputados han sido denunciados por acudir a prostíbulos y haber pagado con dinero público.

La policía es también objeto de su ira. “Si tienes un hijo subnormal, hazle policía nacional”, reza uno de los lemas coreados. La policía está allí garantizando el derecho de manifestarse, pero son los destinatarios de las piedras y del lanzamiento de objetos diversos. “Son los perros de Sánchez”, dice una pancarta.

El señor Ortega Smith, militante de Vox, acude a la manifestación para controlar a la policía. En un tono chulesco dice que “se queden con las ganas de dar golpes”, “que se vayan a dar golpes al gimnasio”… Pero, ¿por quién toma a los miembros de la policía? ¿Son sádicos que disfrutan golpeando?

Las actitudes racistas afloran de forma tan clara como miserable. “Moros no, España no es un zoo”. “Estas lecheras a la frontera” (se llama lecheras a las furgonetas de la policía).

Las banderas de España son un símbolo que utilizan los manifestantes de formas muy diversas. Hay banderas con el escudo recortado, hay banderas que no son constitucionales y todas se usan para acusar al adversario de su condición de antipatriota.

Después de hacer Abascal su intervención en el Congreso en la sesión de investidura, se ausenta con todo su grupo parlamentario. La descortesía es de grado superlativo. No quiere escuchar la réplica del candidato. Además, se va del Parlamento para acudir a la manifestación que se estaba produciendo en la calle Ferraz. Pero, señor Abascal, ¿para qué le pagamos a usted? Para asistir a las sesiones del Congreso o para agitar manifestaciones? ¡Ese es respeto a las instituciones!

El señor Gallardo, Vicepresidente de la Junta de Castilla y León, lleva dos semanas haciendo lo que mejor sabe: actuar como un holligan, dictando lemas con un megáfono para que los coreen los manifestantes. Qué energía, qué combatividad. ¿A qué se dedica este señor?

El señor Feijóo llenó su discurso de insultos y acusaciones. La agresividad verbal fue tremenda. Llamó corrupto al candidato, mentiroso, ambicioso… Y, para colmo, cuando se acerca a él una vez hecho el recuento de la votación y proclamado candidato a la presidencia a través de una mayoría absoluta, le dice:

- Esto es una equivocación. Y tú eres el responsable.

Señor Feijóo, es el momento de las felicitaciones. Creí que usted se acercaba a felicitar al presidente legítimamente elegido. Pensé que era un gesto democrático. Pero no. Era demasiado para usted. No tiene esa generosidad, esa gallardía. Usted se acerca para repetir algo que ya había dicho muchas veces. Se lo podía haber ahorrado. Si no quiere felicitar al Presidente, váyase a digerir su derrota a su casa, No se acerque en ese momento para darle un bofetón a su adversario. Un gesto que le define como persona y como político. Un gesto feo y mezquino. Un gesto de mal perdedor.

La señora Ayuso no se explicará las causas del éxito de su enemigo número uno, al que los españoles no podían soportar ni un solo día más y ahora le piden que siga cuatro años. Se permite insultar gravemente al presidente que no había hecho otra cosa que describir lo que había pasado con su hermano y con la defenestración del presidente del su partido, Pablo Casado. Ella se permite llamar hijo de puta al presidente en plena sesión parlamentaria, ¿y ahora podría pedir contención a los energúmenos que se manifiestan en Ferraz?

El grado de engreimiento que tiene esta mujer es tan inaudito que me deja anonadado. Dice que ella es el espejo donde se mira con envida la izquierda. Pero, ¿de qué se siente orgullosa?¿De la privatización de la sanidad y la enseñanza?, ¿de estar del lado de los ricos?, ¿de la gestión de las residencias de ancianos durante la pandemia?, ¿del Hospital Cendal? Alardea de la mayoría absoluta, pero no valora ni un ápice la victoria de Sánchez en las generales. A ella la eligen por su bondad y a los adversarios les eligen por sus mentiras. Esa es su objetividad.

Lo más preocupante del insulto de la señora Ayuso es que luego, en la Asamblea de Madrid, se permite hacer bromas infantiles que ríen los diputados de una forma estúpidamente aduladora. Uy, qué risa, qué graciosa es nuestra presidenta. Manifiesta que para sus adentros dijo “me gusta la fruta”. Y añade que, cuando Mónica García la llamó mongola, ella pensó que había dicho me mola Y en otra ocasión en la que un diputado la llamó facha, ella pensó que decía qué pasa. Y todos ríen y aplauden esas ridículas bromas.

El señor Aznar invita a salir a la calle y dice que el que pueda hacer algo, que lo haga. Es un modo de incitar a la agitación. La señora Aguirre, como si fuera una hoolligan, sale a la calle invitando a cortar el tráfico. La señora Ayuso dice que el Presidente quiere sitiar a Madrid por sed.

Con estos ejemplos y estas invitaciones no me extraña que cada noche, en la sede del PSOE en Ferraz, se den cita miles de personas, de todo pelaje, que pretenden alterar la convivencia e incitan a insultar al presidente del gobierno.

En la mañana del día de la investidura un grupo de parlamentarios socialistas fueron insultados y golpeados con huevos mientras desayunaban en una cafetería próxima al Congreso.

El pasado sábado se celebró una gran manifestación en Madrid y mañana, domingo, se volverán a dar cita los manifestantes en la capital de España. Es curioso el cuidado que muestran los lideres del PP y de Vox para no aparecer juntos en la foto. Pero, bueno, si están gobernando juntos en 126 Ayuntamientos y en cuatro comunidades. ¿Por qué ocultar que son uña y carne?

El derecho a manifestarse pacíficamente es respetable y, cuando se ejerce de manera responsable, se está fortaleciendo la democracia. Es legítimo expresar la disconformidad con una ley que se considera perjudicial para la sociedad, si es que así se entiende. Lo que no procede es convertir las manifestaciones en un campo de batalla y en un aluvión de insultos como está sucediendo en la calle Ferraz. Libertad de expresión no es igual que libertad de agresión. Alentar la violencia es un mal asunto. Porque la violencia es contagiosa. La violencia engendra violencia.