Visto y no visto

Tània Sarrias

Tània Sarrias / EUROPA PRESS - Archivo

Antonio Sempere

Antonio Sempere

De acuerdo en lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero lo de Culturas 2 es un espejismo. Apenas el espectador se ha acomodado en sofá y dejado mecer por el magnífico tono que le imprime Tània Sarrias, llega su despedida. Nos prometían media hora diaria, y lo que nos ofrecen de lunes a jueves son menos de 25 minutos, y bajando.

Dejemos claro desde el principio que se trata del único espacio de toda la tarde y noche que baja del 1% de audiencia, un dato que, en cualquier caso, debería avergonzar a los espectadores y nunca a los programadores. Culturas 2 es televisión de la excelencia, que si peca de algo es de prisa.

No hay derecho a llevar al plató al elenco de invitados que pasan por los estudios de Sant Cugat del Vallés para despacharlo en siete minutos. Como tampoco hay derechos a ventilar piezas dedicadas a magnas exposiciones, músicos o montajes de artes escénicas en un par de minutos, y sin que quepa ni una palabra del reportero o la reportera que las realiza.

Es una paradoja que mientras Punts de vista, el programa homónimo que presentaba Tània Sarrias la temporada pasada para las cuatro provincias catalanas durase 50 minutos, y ahora que el formato llega a toda España se recorte a la mitad. Culturas 2 ha mejorado mucho desde que se realiza en Madrid. La experiencia es un grado. Y sea dicho con todos los respetos, el dominio ante las cámaras de Tània dota al formato de un empaque muy superior al que lograban Paula Sáinz Pardo o Jessica Martín.

Culturas 2 es el mejor trozo de caviar de La 2. Peleémoslo como el tesoro que es, porque si lo cancelasen pocos lo echarían en falta.