ETA es pasado y el Botànic ya no gobierna

Acto en memoria del profesor Manuel Broseta.

Acto en memoria del profesor Manuel Broseta. / GERMÁN CABALLERO / A. IRANZO

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Dice Alberto Núñez Feijóo que es un buen día para la política, por el acuerdo para respetar en la Constitución a las personas con discapacidad y llamarlas por su nombre, sin menosprecios, como pasaba hasta ahora. Solo falta que los compromisos verbales se cumplan y que pronto haya un nuevo buen día en el que los grupos se pongan de acuerdo para reconocer el Derecho Civil valenciano. Ahora parece que no era buen momento: mucha bronca.

Oh, sorpresa, podría ser el segundo buen día consecutivo para la política, después de ver juntos a los líderes de los dos grandes partidos valencianos, Carlos Mazón y Ximo Puig, depositando una corona en el monumento de Manuel Broseta. No es corriente ver gestos de concordia en estos tiempos, ni siquiera en contra del terrorismo. El día iba bien, hasta que llegó el principal cargo institucional de Vox, el vicepresidente Vicente Barrera, para demostrar que la principal función de la ultraderecha ha sido romper los consensos. Los pocos que pudiera haber. Lo han hecho con la violencia machista. Y lo quieren hacer con ETA.

Cuando llega este día los recuerdos me llevan a la mañana de enero de 1992. A la frialdad de un aulario provisional de una universidad masificada. A la seriedad de un viejo profesor de pasado comunista que había conocido los calabozos de la dictadura, con el gesto roto al entrar y anunciar que se suspendían las clases porque a cien metros de aquella ventana de un semisotano acababan de matar a un viejo profesor y antiguo rival político. Este día me lleva al silencio y al miedo de unos apellidos extraños (Urrusolo Sistiaga). Me lleva a la mirada soberbia de algún estudiante con el Gara debajo del brazo.

Después de mucha sangre, la unidad y la convivencia triunfaron frente al horror y molesta ver a un dirigente político intentando romper ese marco en esta hora. Chirría que venga de un vicepresidente del Consell valenciano. Bildu es hoy un actor democrático más porque la paz y el deseo de concordia ganaron. Y así debería seguir siendo, aunque pese a algunos que gobiernan. Eso es lo peor, que gobiernan... 

La vida posible se llama la exposición que la viuda de Gregorio Ordóñez ha organizado en su recuerdo. La vida podría ser otra, hubiera podido ser otra, pero es esta. Es una de las lecciones que nos deja la lucha contra ETA. La hermana de aquella víctima ya ha coloreado la cara a Barrera, pero no sé si vale de algo.

Estos tiempos políticos son también de paradojas. La derecha, de tradición liberal, ahora no quiere que la Fundación Ellis para la inteligencia artificial sea privada, si quiere acceder a ayudas. La quiere pública. Pues bien, vale. Lo importante es que pueda atraer inversiones privadas. Ese debería ser el objetivo. Lo inquietante es a ver si el Gobierno de Carlos Mazón se pasa de frenada en la caza de ‘chiringuitos’ y lo poco que habíamos avanzado en innovación tecnológica lo destruimos por odio partidista.

El Ejecutivo ha cumplido más de seis meses en el Palau. Insiste de nuevo en lo que ha hecho el anterior Consell con el sector público: ‘chiringuitos’, «enchufes masivos», sobrecostes... Muy bien, transparencia, que todo se sepa. Pero va siendo hora de poner sobre la mesa proyectos nuevos, ideas y planes que abran nuevos frentes y retos que no nos lleven a estar dando vueltas una y otra vez al pasado. El bucle ha de acabar. ETA es pasado lejano. El Botànic ya no gobierna. A veces uno acaba proclamando obviedades...