Las ventajas de la sinceridad

Trabajadores en una oficina.

Trabajadores en una oficina. / MANU MITRU

Vicente Magro

Vicente Magro

En un mundo como el actual, la circunstancia de que prime la verdad por encima de todas las cosas es un elemento básico en la forma de enfocar la vida que tenga los ciudadanos, a fin de expresar la certeza y veracidad en aquellas expresiones que determinen vivencias personales y situaciones con relación a sí mismo y con respecto a terceros.

           La sinceridad supone una virtud, por ello, y según el diccionario de la Real Academia Española significa "Sencillez, veracidad, modo de expresarse o de comportarse libre de fingimiento". Como sinónimos de la misma nos indican, entre otros, los siguientes: franqueza, honradez, veracidad, confianza, lealtad, naturalidad, espontaneidad, cordialidad, sencillez, simpleza, claridad, crudeza, seriedad, hondura.

           Sobre la sinceridad señala “Alegra” que la sinceridad es menos exigente que la veracidad (que es el amor a la verdad hasta sus últimas consecuencias y dispuestos a pagar el precio que ello implica) pero se convierte en una manera de ser transparente y natural. Las personas sinceras tienen el encanto especial que da la naturalidad con que se mueven, libres de astucias para fingir lo que en realidad no son, ni piensan.

Así, la sinceridad implica expresarse con la verdad, algo importante en las relaciones sociales, ya que quien así actúa se relaciona, o se expresa, con sinceridad, y también suele decirse que la cualidad que consiste en expresarse con sinceridad se conoce como honestidad, ya que la persona honesta respeta la verdad y establece sus relaciones bajo este parámetro moral, entendiendo que esa forma de comportarse le hace estar mejor consigo mismo y en sus relaciones con los demás.

Suele ser curioso, sin embargo, que desde determinados sectores se plantee que la sinceridad no es bien entendida cuando alguien en un entorno de trabajo lo que plantea es contrario a lo que la mayoría entiende como positivo en ese entorno y que ese “arranque de sinceridad” lleva al resto a tener que debatir sobre algo respecto de lo que la mayoría entendían que debía llevarse a cabo de una manera. Ello, sin embargo, lo que dibuja es un escenario en el que muchos se han callado esa misma opinión que tenía la persona que ha efectuado su observación con sinceridad porque entendía que era una mejor opción profesional plantear ese enfoque, pero que algunos también pudieron pensar esa vía, pero que optaron por callarse.

De esta manera, las personas que con absoluta sinceridad exponen sus planteamientos sin importarles las consecuencias negativas de la opción que han llevado a cabo respecto a cómo recibirá su entorno esa vía utilizada suponen un aire de positivismo en la sociedad, porque el silencio nunca es la mejor opción, y, muy al contrario, acaba siendo la peor opción.

En los entornos de trabajo las personas que ofrecen sus puntos de vista a sus jefes son más bien valoradas que aquellos que, por no llevarles la contraria  silencian su posición en la reunión que están celebrando para evitar que ese comentario, u observación, que hace la persona que esbozó su planteamiento con absoluta sinceridad pueda ser el que se imponga.

Las personas sinceras lo que entienden es que su enfoque y solución es lo que mejor se acerca a la respuesta que en ese sentido debe dar la empresa al supuesto de hecho que se está analizando. Por ello, los jefes o responsables en cualquier empresa prefieren más, o deben preferir, a estas personas que actúan con sinceridad y que son capaces de oponerse a un planteamiento que hace el superior, porque son personas que aportan en positivo, frente a otras que silencian su posicionamiento para evitar que pueda entenderse un exceso de sinceridad como un enfrentamiento a las tesis sostenidas por los superiores.

En cualquier caso, resulta también importante entender que estos últimos deben aceptar de buen grado, y no al contrario, que existan personas en su empresa que de forma sincera opinen sobre aquello que entiende que se está haciendo mal y no actúen con represalias frente a estos trabajadores que lo que hacen es intentar velar por el buen interés y fin de la empresa con sus observaciones sinceras que se hacen en beneficio y provecho de la empresa, siendo más valoradas que aquellos que guardan silencio por miedo o temor a cualquier tipo de reproche o represalia.

Por todo ello, la persona sincera consigo mismo y con el resto, que afronta el problema y le hace frente, obtiene un mayor rendimiento personal y social frente a aquél que prefiere esconder la cabeza y esperar a que pase el tiempo cuando este transcurso del mismo sin resolverse es lo que le atraerá una inexistencia de solución del problema de base.