TRES EN LÍNEA

Mazón achica espacios

Marciano Gómez, en el foro Alicante de INFORMACIÓN.

Marciano Gómez, en el foro Alicante de INFORMACIÓN. / Álex Domínguez

Juan R. Gil

Juan R. Gil

Sabido es que el centro no es una ideología, sino un espacio que se conquista. Si fuera una ideología, no lo podrían ocupar sucesivamente fuerzas aparentemente antagónicas, como el PSOE y el PP, ni fracasarían uno tras otro todos los partidos que no han sido capaces de encontrar otra definición que la de «centristas». Pero es el lugar donde en España se ganan las elecciones. En el fondo, el empeño más continuado de Ximo Puig durante sus ocho años de mandato fue el de mantenerse en esa zona templada, a pesar de que sus socios de Compromís y Podemos nunca se lo pusieron fácil. También es la apuesta ahora de Carlos Mazón, que igualmente sufre las periódicas interferencias de su coaligado Vox. Pero Mazón goza por el momento de la fortuna de que el vicepresidente Barrera no tiene en el actual Gobierno autonómico, ni de lejos, el peso político que atesoró en los del Botànic, desde el lado contrario del arco, Mónica Oltra. Ni mucho menos tampoco el crédito y la audiencia de aquella.

Señalaba en un artículo reciente en La Vanguardia el periodista Salva Enguix que las «embestidas» de Vox en materias como la violencia de género lo único que están consiguiendo por ahora es «centrar» al PP, permitiéndole aparecer como garante de políticas de Igualdad que hasta aquí se habían identificado con la izquierda. No puedo estar más de acuerdo con el análisis. Basta con contraponer las declaraciones de la vicepresidenta del Consell, la popular Susana Camarero, y las de la consellera de Justicia, la voxista Elisa Núñez, sobre el crimen machista ocurrido esta semana en L’Alfàs del Pi, para comprobar hasta qué punto es así. Preguntada por el asesinato de la mujer, la consellera condenó, «en primer lugar» (sic), la muerte de un hombre a manos de un inmigrante que al parecer tenía las facultades mentales perturbadas. Por el contrario, el alegato contra la violencia sobre las mujeres que ese mismo día expresó la vicepresidenta Camarero lo firmaría cualquier votante sensato, de izquierdas o no, de la primera a la última coma.

Mazón ha hecho de Igualdad, Sanidad y Educación ejes de su acción de Gobierno e intenta apropiarse de las banderas de la izquierda

Camarero es uno de los puntales de esa estrategia moderada, de momento exitosa. Igual que otro de los consellers sobresalientes del nuevo Ejecutivo es el de Sanidad, Marciano Gómez. Y eso no es casualidad. Más allá de que ambos están sobradamente preparados en las materias de las que se ocupan, hay una planificación muy definida por parte de Mazón en la que Igualdad, y todo lo que antes se englobaba dentro del área «social», Sanidad y Educación, los tres pilares básicos del Estado de Bienestar, están siendo a su vez los ejes principales de la acción de gobierno. Desde luego, lo es del discurso de este Consell. Pero no se queda ahí, en la gestualidad o la palabra. Hay discurso pero también hay proyecto y, claramente en el caso de Sanidad, equipos para desarrollarlo.

La propuesta política de Mazón es evidente. En Igualdad y todo el área social, una gestión transversal, muy distinta de la que propugna Vox y no muy diferente de la que en la práctica, relato aparte, ejecutaría un nuevo gobierno del Botànic. En Educación, un proyecto liberal, este sí muy diferente del que desarrolló quien hoy está en la oposición, que afrontará no pocas denuncias de una parte del profesorado pero a su vez rendirá beneficios electorales en otra parte, no pequeña, de los padres, y sin concesiones visibles tampoco a la ultraderecha, al menos en lo que hasta aquí se ha hecho.

En Sanidad, por el contrario, de la ideología se pasa a la eficacia, que es donde Mazón, de la mano de Marciano Gómez, se lo va a jugar todo. Puig ya era consciente en su segundo mandato de que la Sanidad necesitaba (no sólo en la Comunitat, sino en toda España) de una reforma en profundidad, porque el sistema está permanentemente al borde del colapso. Pero no pudo avanzar, tanto por circunstancias externas (la pandemia) como internas (los continuos enfrentamientos en la Conselleria entre sus directivos). Mazón se ha propuesto protagonizar las transformaciones necesarias.

Se dirá que, en 2024, cualquier Gobierno, sea conservador o progresista, no puede no tener esas tres áreas en sus prioridades. Y es cierto. Pero que cualquier gobierno tenga que ocuparse de ellas no significa que todos lo hagan de la misma forma. Muchos esperaban que Mazón llegara con anuncios de privatizaciones, aunque fueran de cara al futuro, y recortes, aunque se justificaran por la insuficiencia de financiación culpa del Gobierno central, que siempre es el responsable de todo. Si eso fue una constante bajo los gobiernos populares de Zaplana, Olivas, Camps y Fabra, mucho peor era lo que cabía esperar del primer Ejecutivo en el que el PP iba a compartir destino con Vox. Pero de momento lo que está haciendo Mazón es apropiarse de las banderas tradicionales de la izquierda. Salir de ese achique de espacios no va a ser fácil para Compromís, Sumar ni Podemos, demasiado pendientes de canibalizarse como para atender a la realidad. Pero tampoco para el PSPV, acabe como acabe su próximo congreso en el que, por no haber, no habrá ni ponencia política, sustituida por una mera comunicación. Para qué debatir lo que ocurrió, si según ellos sólo fue un accidente.