El club del cine del Gil-Albert

Fachada del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert en Alicante.

Fachada del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert en Alicante. / Pilar Cortes

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Vivimos en una época donde buena parte de las actividades culturales se retransmiten en directo a través de las redes sociales. Las instituciones continúan programando conferencias, mesas redondas o presentaciones de libros como han hecho toda la vida. Pero han aportado un matiz. Dichos actos se pueden seguir en directo a través de ‘streaming’ (una palabra horrorosa), y en muchos casos quedan grabados para que el usuario los pueda ver a la carta semanas y meses después de que hayan tenido lugar en el repositorio de la institución. El chivato que contabiliza el número de visionados en YouTube resulta en ocasiones descorazonador. Como seguidor que soy de conferencias impartidas desde Santander a Mieres y de Valladolid a Málaga, la hipotética entrada que tendría que pagar si dividiésemos el caché del invitado, a escote, entre el número de oyentes, sería carísima. Pero esa no es la cuestión que quiero abordar, sino una mucho más grata.

La nueva etapa del Gil-Albert dirigida por Cristina Martínez ha estrenado un Club de Cine a los que se unirán otros de Música y Arte. De este modo, los asistentes se convierten en seres activos de las sesiones, con voz, opinión, argumento, derecho a pregunta y repregunta. La sesión inaugural hizo un guiño a ‘La sociedad de la nieve’, feliz ganadora en la gala de los Goya. Toni Cristóbal, el moderador de la actividad (habrá otras cuatro más durante 2024), enriqueció con datos y secuencias clave las entretelas de la obra de Bayona. Pero lo mejor fue que un público entregado y variopinto aportó numerosos puntos de vista. Enriquecedores en ideas, pero no solo. Hacía tiempo que la Casa Bardín no disfrutaba de tal variedad de acentos latinos del castellano, de tanta diversidad y tanto talento espontáneo.