Con el cuerpo encogido

Despliegue de bomberos y sanitarios durante la mañana siguiente al incendio en Campanar.

Despliegue de bomberos y sanitarios durante la mañana siguiente al incendio en Campanar. / Francisco Calabuig

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Me encontraba esperando una llamada sobre esa próxima cita que me tiene sin dormir. No quiero despistarme cuando me doy de bruces con las llamas que aletean amenazantes en la esquina del bloque de viviendas. Aunque quisiera resulta imposible apartar la vista. Y más al percibir la velocidad endiablada a la que va extendiéndose el fuego por las paredes. Es impresionante. De pronto salta a la otra torre. ¡Dios mío! Uno se queda atónito. Las llamas adquieren un ímpetu que no existe modo de detener. En esos instantes el pensamiento se ha instalado en el interior ante el temor de que se haya convertido en un infierno para gran parte del vecindario. Nada se conoce con certeza salvo la constatación de los que han logrado escapar despavoridos. Poco a poco van reclutándose detalles. Empieza a correr que el conserje ha sido capaz de dar la voz de alarma en todas las puertas que ha podido. A las dos personas que claman auxilio atrapadas en un balcón se les ve desde la calle y aguantan su buen rato hasta que los rescatadores estiman que se dan las condiciones para bajarlos de allí. Una mujer que se ha acercado desde Dénia y que mira congestionada los ventanales del cuarto en lo que fue su casa sana relata que lo peor es que ha perdido a la vecina. En cambio, alguien destaca al bombero que acudió a la llamada de una mujer para que rescatara a su padre tetrapléjico y que este se encuentra atendido. Las heroicidades toman forma en medio de esas circunstancias en las que los humanos se superan, sin olvidar tanto brote solidario. Un psicólogo alerta sobre que los profesionales de emergencia a los que se acudió no eran idóneos por falta de una formación adecuada. De ser cierto es posible que no se convierta en el único punto negro pese que al contemplar a los bomberos reponiéndose en el suelo se aprecia en qué consiste jugarse la vida. Las autoridades aseguran que se han buscado soluciones para los afectados y que no se les abandonará durante el calvario anímico que resta entre otros. Bueno, que así sea.