28F: Día de Andalucía

Ilicitanos -Andaluces: De un mismo barro, de un mismo viento

Creo que los andaluces afincados en Elche, los ilicitanos andaluces nunca dejaron de ser “Hombres de luz, “Mujeres luminosas”, de luz clara y diáfana de fresco amanecer.

Celebración en Elche del Día de Andalucía, en una imagen de archivo

Celebración en Elche del Día de Andalucía, en una imagen de archivo / INFORMACIÓN

Antonio Amorós Sánchez

Antonio Amorós Sánchez

EL 28 de febrero de 1980, los andaluces acudieron a las urnas para votar en el referéndum autonómico. Desde entonces, a partir de 1981, una vez aprobado el Estatuto de Autonomía, los andaluces celebran con enorme efusividad y alegría dicha festividad. Y en Elche siempre ha sido así. Porque los andaluces residentes en nuestra ciudad, y aquellos miles de ciudadanos andaluces que nacieron en esta tierra, mantienen una doble afinidad con las tradiciones de sus ancestros y la cultura de nuestra ciudad. Los andaluces siempre han sido muy devotos de las tradiciones, tradiciones que los identifican con una cultura rica en múltiples expresiones artísticas y religiosas. “Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos hombres de luz, que, a los hombres, alma de hombres dimos…”. Creo que los andaluces afincados en Elche, los ilicitanos andaluces nunca dejaron de ser “Hombres de luz, “Mujeres luminosas”, de luz clara y diáfana de fresco amanecer.

Cuando la ciudad de Elche comenzó a amanecer hacia la industrialización que es hoy, junto a la palmera, el Misteri y la Dama su mayor valor emblemático, ya desde los primeros albores el orto fue posible gracias a la colaboración de los andaluces que vinieron a estas tierras. Incluso la relación era ya anterior cuando la ciudad no era zapatera sino agrícola. En muchos aspectos nuestra equivalencia tiene, en muchos aspectos, que ver con la identidad andaluza.

Gala Andalucía en el Gran teatro de Elche

Gala Andalucía en el Gran teatro de Elche / INFORMACiÓN

Los andaluces y los ilicitanos tenemos mucho en común, porque el barro de nuestros campos y tierras son similares, y los vientos y aires que nos soplan son análogos.

Dolores de una agricultura poco mojada que ingeniaba arábigos inventos para lograr algo de riego. Y si rebuscamos aún más ahondando en la historia, muchas también son las coincidencias de culturas, hábitos, invasiones, colonizaciones… y es que situaciones similares, esfuerzos similares a los que aquí hacían los hombres y mujeres por aquellos años, se hacía también en múltiples zonas de la amplia y hermosa Andalucía. No es raro encontrar en algunas de las comarcas andaluzas parajes parecidos a los de aquí, encontrar formas y comportamientos muy parejos a los de aquí. Esfuerzos y trabajos cuando el campo y los oficios eran las pautas económicas de aquí y de Andalucía totalmente iguales. Los andaluces y los ilicitanos tenemos mucho en común, porque el barro de nuestros campos y tierras son similares, y los vientos y aires que nos soplan son análogos. Y no es raro porque si el carácter humano se conforma con su historia, con las características de las tierras de su entorno, con las características de su clima, con las características de sus mares y de sus aguas, no es tan extraño que en la manera de ser de los andaluces y los de aquí tengamos tanto en común, hasta el punto de producirse una asociación perfecta entre el andaluz y el ilicitano. Tan perfecta como el mismo aire que respiramos, como la misma luz que nos ilumina y despierta, como las mismas sensaciones de paz, esperanza y libertad que sentimos los que trabajamos y vivimos en esta tierra. Y en la que nos sentimos tan ilicitanos como andaluces y tan andaluces como ilicitanos.

Una celebración en Elche de la comunidad andaluza

Una celebración en Elche de la comunidad andaluza / INFORMACION

No es tan extraño que en la manera de ser de los andaluces y los de aquí tengamos tanto en común, hasta el punto de producirse una asociación perfecta entre el andaluz y el ilicitano

Somos de un mismo barro y de un mismo viento. Que nuestras tierras, climas, mares y aguas, junto a ese viento y barro nos hacen ánforas humanas de una alfarería muy igual. Como diría Miguel Hernández: “Hombres de luz, andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras”.