Opinión | Tiene que llover

Había otra vez un circo

José Luis Rodríguez Zapatero.

José Luis Rodríguez Zapatero. / Archivo

Con la imagen de fondo del jugador secándose las lágrimas una de las habituales en distintos platós dentro del corro de opinadores, que consiguen encadenar todo menos lo que son signos inequívocos de debate del bueno, frunce el ceño y pone expresión de mostrarse afectada antes de enfatizar: «Yo, escuchando y viendo la imagen de Vinicius me he tenido que retrotraer a aquella frase de Rosa Parks del 56 cuando decía que la única cansada de ceder era ella. Esa mujer que no se levantó de un autobús para dejarle el asiento a un hombre blanco». El respetadísimo pase al bloque de anuncios libró a Martin Luther King de formar parte de la alineación.

Nunca se ha reunido en la mayor parte de cadenas tanto tráfico de contertulios y menor contingente de molla, si exceptuamos «La noche en 24 horas» compuesto por invitados sólidos y mayoría amplia de periodistas con poso que llevan el oficio por bandera. Lo busqué con saña la jornada en que varios cargos del Consejo de administración de erreteuveé, presidencia incluída, saltaron por los aires, y allí estaba Xabier Fortes, su conductor, dando paso a los invitados para que diseccionasen el suceso. No es que entraran en demasiadas profundidades, pero ya quisiera ver yo a otros que se las dan de progres cogiendo el toro por los cuernos cuando la cúpula de su empresa acaba de ser descabezada. De tontos ni un pelo. Pues no se miden bien el terreno que pisan.

Tengo claro que me moriré sin ver a la tele pública a su aire. Lo intentó Pilar Miró y le costó una cacería y Zapatero fue el único en renunciar a que el ente fuese una prima a la posesión del poder porque, a día de hoy, la noria coge velocidad. Y según parece tiene toda la pinta que el maremoto actual viene por el empeño en las alturas de traerse a Broncano por una buena guita ubicándolo en horario estelar con tal de hacerle la puñeta a Pablo Motos. Si las cabezas pensantes andan en esto ya no me parece tan malo el cuerpo de tertulianos. Y sí, sería para mondarse si no fuera porque es para hartarse de llorar.