Opinión

Olga Ruiz

Nos están violando, más que nunca

Si tienes entre 14 y 17 años las posibilidades de ser víctima de violación aumentan y viran hacia las agresiones grupales

Dolores condena la violación grupal a una menor

Dolores condena la violación grupal a una menor / Tony Sevilla

El título de este artículo duele. Lo arrastro pesadamente al leerlo. Lo escupo como un algodón seco que invade la garganta. Es un título duro y doloroso, pero solo es un título. Lo que realmente duele, es la certeza que encierra. Si eres mujer y vives en Barcelona o en su área metropolitana, pero también si vives en cualquier población catalana, tienes más posibilidades ahora que hace dos años de ser ultrajada, abusada, violada y penetrada por un agresor sexual. Si tienes entre 14 y 17 años las posibilidades de ser víctima de violación aumentan y viran hacia las agresiones grupales. Entre 14 y 17 años, apenas niñas cuyo despertar sexual es directamente una pesadilla.

Que esto esté pasando, que las cifras se hayan disparado en 2023 después de tantos años de lucha, activismo, manifestaciones… Después de tanta sororidad ante las injusticias, de rebelarnos contra tanta manada y tanto machismo, después de tanto intentarlo, es frustrante. Algo estamos haciendo muy mal para no ser capaces de abordar de forma seria y multifactorial la relación que los adolescentes construyen en torno al sexo.

Copian lo que ven y ven todo lo que está a su alcance. El acceso a la pornografía desde cualquier móvil o tableta les abre las puertas de un falso paraíso que todos (ellos) quieren conocer. El patrón que dibuja el porno es tentador: sexo sin límites para ser el rey de la manada, para dominar totalmente a su presa, para ser el que más placer proporciona.

Aquí está una de las claves de la tragedia. La pornografía les muestra una y otra vez que el nivel de disfrute y placer de ellas es directamente proporcional al nivel de vejación, abuso y dominio al que sean sometidas. Esa es la aberración y esa es la trampa porque ellas, que también consumen porno, acaban creyendo que es así y consienten inicialmente lo que creen que va a ser una experiencia sexual placentera.

Pronto se dan cuenta de que ese placer solo existe en la ficción, de que en realidad las están violando.