Opinión

El nudo emocional

Un joven, con síntomas de tristeza

Un joven, con síntomas de tristeza / INFORMACIÓN

Ha sido una carrera muy intensa. De las que desgastan más de lo habitual. Al principio pocos pensaban que aquel pimpollo alto, explosivo, fuera a llegar a lo más alto. A cada paso que daba sus rivales se multiplicaban. Pero muy pronto se detectó que sus armas consistían en desafiar al destino. Sin tratarse de un fino estilista apechugaba con todo lo que le salía al paso. Agarrado a la izquierda, se hizo el abanderado de la pista y jugó fuerte. Fuerte es poco. Paseó aquel sello aguerrido por multitud de puntos cardinales y pronto pudo verse que no se arredraba ante ningún tipo de rival que le saliera al paso en un trayecto en el que no había lugar para distraerse ante molinos de viento. Poco a poco fueron llegando las citas donde jugársela a cual más exigente. Y ahí, en ese instante fatídicamente sagrado, sacó a relucir una y otra vez que estábamos ante un competidor nato. Se destapó como todo un «killer». Un mal rival para cualquiera que se pusiera enfrente demostrándole a la afición que había entendido sin reserva de ningún tipo a lo que se enfrentaba. Podía gustar más o menos la técnica y la estrategia en determinadas acometidas, pero hasta a sus más íntimos detractores no les quedaba otro remedio que reconocer que solía salirse con la suya. El grado de eficacia alcanzado pese a las adversidades que van multiplicándose tras variados esfuerzos fue construyendo a ojos del circuito nacional e internacional la figura de alguien casi indestructible, fajado a base de golpes. Inevitablemente este estado de tensión permanente por responder a las expectativas pasa factura. Nadie, por muy batallador que se sea como es el caso, puede pretender que el organismo no se resienta con el paso de los embates. Y, sin duda, hay sacudidas que repercuten de forma más dañina en la moral de todo quisque. Ese es el partido que le toca disputar ahora y que tiene en la reserva tan sonada singladura. Sumido como se halla en un fuerte nudo emocional dilata irse por la puerta grande tal como se ha ganado de sobra. Rafa Nadal, claro está.