Opinión

Quo vadis?, González

Felipe González afirma que la salud constitucional de España se encuentra "amenazada"

Felipe González afirma que la salud constitucional de España se encuentra "amenazada"

La reciente intervención de Felipe González en un programa de televisión ha suscitado un debate sobre dos cuestiones: el medio que ha utilizado para volver a “ayudar a su partido”- El Hormiguero-, y el momento en el que lo ha hecho, el inicio de una campaña electoral. Se trata de algo que en los últimos procesos electorales viene repitiéndose y va conformando un patrón de comportamiento que a muchos nos desconcierta. ¿Qué objetivos está buscando? ¿Por qué ya no lo invitan a los mítines de su partido?

Muchos somos de la opinión de que el Felipe actual no soporta que el actual PSOE no rinda diariamente culto a su persona y a lo que en su día hizo: algunas cosas muy bien y otras moral y políticamente muy criticables. Su soberbia y egocentrismo no soportan haber dejado de influir ni en su partido ni en la acción de gobierno, elementos que antes le permitían relacionarse mejor en círculos de influencia económicos de otros gobiernos y de intereses empresariales a los que asesora.

Es posible, por otra parte, que los intereses económicos que hace años defendía “Isidoro” se correspondieran con la clase social a la que pertenecía, ya que desde que salió del gobierno, su fortuna y sus relaciones con Carlos Slim y otros no parecen estar muy alineadas con sus antiguos intereses. Supongo que, para poder pescar en caladeros de grandes grupos económicos, mediáticos y de asesoría política, es imprescindible influir en tu espacio político y en el gobierno, y esto ya no lo puede hacer, salvo que haga “la otra tarea”: si no puedes influir en la toma de decisiones de tu partido, haz campaña permanentemente contra él para desprestigiarlo y que otros, en este caso el PP, puedan beneficiarse. Eso también sirve para cultivar tu ego y tus futuras influencias.

Sorprende la casualidad o causalidad de las intervenciones públicas de González y su necesidad de iluminarnos y revelarnos su opinión al inicio de todas las campañas electorales, siempre con el noble objetivo de “beneficiar al todavía su partido”. El discurso de González es cada vez más parecido al argumentario político de los detractores de su partido, especialmente, la falsa idea de que se han atravesado todas las líneas rojas por parte del actual y anterior gobierno de coalición. Un ejemplo claro de ello es la Ley de Amnistía. El exsocialdemócrata sostiene que esto ha roto el consenso y representa una cesión al independentismo, sin valorar que en Cataluña han mejorado sustancialmente la pacificación y la convivencia así como que el diálogo ha dividido al independentismo y le ha restado votos.

Convendría recordar que la Ley de Amnistía de 1977, cuando González utilizaba chaqueta de pana en sus mítines, perdonaba a los responsables de crímenes durante el franquismo, incluyendo delitos de sangre. La que ahora critica para Cataluña se centra en delitos políticos y no incluye delitos de sangre, lo que en términos legales y éticos, la hace menos controvertida que la de 1977.

Quizás Dios, como lo llegó a llamar Txiki Benegas, debería explicar si el apoyo y la financiación de los GAL y los crímenes de Estado acaecidos en su etapa de gobierno son propios de una democracia y si, en ese caso, no se atravesaron líneas rojas de la ética y la decencia política como en los de corrupción y financiación ilegal que tan criticados fueron por sus aduladores de hoy, el Partido Popular.

Tengo mis dudas sobre si el cambio de postura del entonces encantador de serpientes se debe al síndrome de Estocolmo por la brutal campaña de ataque del PP a su figura al final de su última legislatura, o a la necesidad de alimentar su ego, aunque sea por parte del PP y VOX. Me inclino por esto último porque, como dijo González siendo presidente del gobierno después de visitar a Deng Xiaoping, "No importa si el gato es blanco o negro; lo importante es que cace ratones" . O sea, que cualquiera de los dos (PP o VOX) le sirven para alimentar su ego.