En alguna ocasión de nuestra vida, hemos conocido a alguien aquejado por un ictus, y no nos hace falta conocer que esta temible enfermedad es la primera causa de dependencia, y segunda de muerte en el mundo, pues la hemos visto reflejada en otras personas muchísimas más veces de las que quisiéramos. El otro día tropecé con una noticia que decía que, tras su tratamiento, el sesenta por ciento de los pacientes hace vida normal en tres meses. Por tanto, este hallazgo marca un antes y un después en el tratamiento del ictus.

Ojalá resulte veraz esta teoría que ha demostrado el Hospital Clínic de Barcelona, que un simple cambio en el momento de administración de un fármaco que ya se usa para tratar el ictus isquémico, obre este auténtico milagro. Pensemos que, sólo en Cataluña, cien mil personas se ven aquejadas por un ictus cada año. La noticia nos dice que, si se administra el fármaco antes y después del cateterismo (trombectomía) pasamos a un cincuenta y nueve por ciento de pacientes que a los tres meses pueden estar sin secuelas. El fármaco va directamente a las arterias del cerebro afectadas, y todo resulta más eficaz una vez se abre la arteria. Este estudio se ha presentado en la Conferencia Internacional de Ictus en Nueva Orleans, y se ha publicado en la revista JAMA.

En fin, amigos, sólo es una buena noticia que nos permite dejar de conservar los faros que alumbran nuestra vida, deprimidos. Ojalá que esta noticia de oro nos permita vislumbrar cada día atardeceres de bronce. Se acaban las voces desmayadas, e igual los enfermos por ictus, dejarán de ser flores cortadas languideciendo lentamente en un jarrón, pues se recuperan, recobran toda su ilusión por vivir. Por ahora no son más que pasos precavidos expuestos en un Congreso o publicados en una revista.