Desde la proclamación de la Segunda República Española en aquel 14 de abril de 1931 han pasado la friolera de 91 años. Hemos tenido una corta República, un golpe de estado cruento con una Guerra Civil, una Monarquía Parlamentaria con la llegada de la democracia, un asalto al Parlamento con miras a otro golpe de estado y unas ilusiones congeladas de los que creemos, amamos y deseamos una España republicana a pesar de los varapalos que nos han dado, más fuera que dentro, de la forma tan indecorosa, por suavizar el adjetivo, que ha tenido con su querida patria el anterior jefe del estado, el Borbón, Juan Carlos.

Aún, a pesar de todo esto, sigo teniendo la fe y la esperanza de poder ver, más bien pronto que tarde, una España republicana. Con la sabiduría que nos da el refranero español me agarro, como clavo ardiendo, aquel que dice: “No hay mal que cien años dure” ya que mi cuerpo no lo resistiría.

Recordando en su centenario al poeta republicano. El oriolano Miguel Hernández, recito el final de su famosa elegía: “A las aladas almas de las rosas / del almendro de nata te requiero, / que tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero.”