Lo que sabía que iba a ocurrir ha ocurrido y el ciudadano Juan Carlos de Borbón ha vuelto a pisar territorio español totalmente impune de todo de lo que, supuestamente, era acusado por esa Fiscalía General del Estado, que Dios nos la conserve durante muchos años, y que, al final, por sobreseimiento, impunidad y vaya usted a saber, ha vuelto a salir de rositas ante el estupor de muchos españoles, entre los que me encuentro, que confiábamos todavía en esa Justicia y en esa Fiscalía con mayúsculas.

Muchos medios escritos, radio y televisión están de acuerdo en que, el famoso emérito que nos ha tocado en suerte, es una persona libre que no debe nada a la justicia. Solamente nos falta, y no lo descarto, que sigan poniendo su nombre a plazas, avenidas, calles…

Veo que es recibido hasta con clamor por esos amigos y amigotes y parte de la población que han vuelto a poner aceite a sus bisagras para que sus reverencias cumplan con el protocolo.

Veo que, de mis impuestos, se están pagando gastos por la venida del ciudadano Borbón.

Me veo con cara de idiota al recordar frases como: “Todos somos iguales ante la ley”, “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”…

Estoy decepcionado, cabreado e indignado por esa herencia impuesta y equívoca que he rechazado, rechazo y seguiré rechazando mientras viva; razones no me faltan.

Abriré, nuevamente, el libro de poesías de mi admirado don Antonio Machado para leer y releer:

Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza, / entre una España que muere / y otra España que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón.

...y qué razón tenía don Antonio, qué razón tiene don Antonio.