La preciosa historia de cuatro alicantinas amigas de toda la vida que fueron madres de cuatro niños casi a la vez

Mariola, Nuria, Nidia y Marina crecieron juntas, quedaron embarazadas al mismo tiempo y ahora tienen a Carlos, Mateo, Leo y Martín

AMIGAS MADRES ALICANTINAS

AMIGAS MADRES ALICANTINAS / Mariola Pereletegui

Teresa Rubira Lorén

A los grandes acontecimientos con los que nos sorprendió el año 1992 (entre otros la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona, la firma del Tratado de la Unión Europea…), se sumaba otro de la mayor importancia para cuatro familias: la llegada al mundo de sus cuatro hermosas hijas: Mariola, Nuria, Nidia y Marina.

Concurrieron felices circunstancias por las que fueron creciendo como espigas de un mismo campo, compartiendo juegos, colegio, instituto, universidad

Tras la inocente etapa de niñez, les llegó la madurez, el amor y... un buen día, por aquello de: “papá puso una semillita en mamá”, el vientre de las cuatro quedó fecundado. Comenzaron los alborozos, las visitas médicas, las nauseas, los miedos, las ilusiones, las compras, y la sorpresa de saber que, desde no se sabe dónde, Carlos, Mateo, Leo y Martín, listos ellos, habían decidido venir casi juntos a este mundo, para ser amigos y jugar como lo hicieron sus madres. La caravana de cochecitos de bebé, lo evidencian cuando se juntan todos para hablar, ahora de de lactancia, sueño, color de las cacas, erupciones, culitos irritados, primeras sonrisas, madres y suegras (que no nos libramos).

Treinta años después

Así que, treinta años después de aquel 1992, y en medio de un mundo convulso como el que nos está tocando vivir, la coincidente y rica “historia de vida” de estas cuatro madres con sus hijos, y sus parejas con alma de madres, no puede ser más preciosa. ¿A que sí?

Mientras, los abuelos, contentos y emocionados, vemos a nuestras hijas abrazar a los suyos, como lo hacíamos nosotras años atrás, y nuestras madres, y las anteriores... Quizá, desde tiempo inmemorial, sea el mismo abrazo, porque la vida se repite. ¡Bendita vida que se repite!