Los buenos gestores del PP en la Comunidad de Madrid

Ayuso en una imagen de archivo.

Ayuso en una imagen de archivo. / EUROPA PRESS

María Antonia Montesinos

La expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha declarado en la Audiencia Nacional, como testigo por las presuntas irregularidades de la empresa gestora del Campus de la Justicia, un proyecto público y fallido que su Gobierno dilapido de las arcas públicas de 350 millones en la C. de Madrid; le decía al juez “Pensamos que ancha es Castilla, que no nos iba a costar nada, pero nos costó”, así se despachaba tan tranquila, esos son los buenos gestores neoliberales del PP, con unas ansias desmesuradas de controlar el dinero público y mantenerse en el poder a costa de favorecer a los amigos de las empresas constructoras, que se llevan los pelotazos y las arcas públicas vacías y por tanto los servicios públicos desmantelados, y así sigue la historia, repitiendo patrones, cómo en el caso de su sucesora, Isabel Díaz Ayuso, que convive en un ático en Madrid, con el novio que ha defraudado a Hacienda, unos 350 mil euros, por la venta de mascarillas en plena pandemia, cómo así lo hizo su hermano, y que el anterior Presidente del PP, Pablo Casado, denunció públicamente y le corto la cabeza, por ese motivo el Sr.Feijóo, calla y no la crítica, no sea que el próximo en salir por el balcón de Génova sea él.

En los últimos días, hemos visto la cara más siniestra del PP de Madrid, amenazando a los periodistas que recogían información entre los vecinos de la Sra.

Ayuso, por unas obras ilegales que estaban realizando en el ático dónde ella vive, comprado por su novio por casi dos millones de euros, con el negocio de la venta de mascarillas en plena pandemia, el cual ya ha reconocido haber cometido dos delitos, con el entramado de facturas falsas. Mientras muchos allegados a la Sr.Ayuso, se beneficiaban en plena pandemia de los pelotazos en la venta de mascarillas y demás material sanitario, ella ordenaba a la Dirección de las residencias de Madrid, que no trasladaran a los ancianos a los hospitales, salvo los que tenían seguro particular, y así de esas consecuencias murieron más de 7000 ancianos, solos y abandonados, negándoles el principio básico de asistencia universal.