Sobre el mal estado de los pasos de peatones

Varios peatones cruzando la Alameda, otra de las vías de mayor tráfico y siniestralidad.

Varios peatones cruzando la Alameda, otra de las vías de mayor tráfico y siniestralidad. / Juani Ruz

Miguel Terrés Hernández

Cuando se recorren a pie o se circula en coche por los cascos urbanos de algunos municipios de la provincia, al cruzar los pasos de peatones se pone uno en peligro porque se encuentran en mal estado.

El corto recorrido que supone atravesarlos es recíproco para los viandantes y los conductores, de manera que unos y otros pueden salir perjudicados.

Los neumáticos de los vehículos desgastan los trazos blancos de los pasos comunes y los trazos blanquirrojos de los pasos reductores de velocidad tanto que apenas se distinguen pasado poco tiempo después de haberlos vuelto a pintar.

El motivo es que las capas de pintura que se les aplican son tan solo de una mano y los colores se quedan en la superficie, muy someros, y borrosos por completo a causa de la intensidad del tráfico.

Los concejales de Vía Pública deberían programar cíclicamente un repintado exhaustivo de los pasos de peatones.

Tendrían que establecer una fecha fija al mes para llevarlo a cabo de forma rotatoria y los operarios municipales habrían de hacerlo con dos o más capas de pintura para evitar atropellos y hasta salvar vidas.