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Al PP sólo le queda Alicante

Perdido también el Gobierno de España, a los populares de la Comunidad sólo les resta el eje provincial de la Diputación y el poder en la capital para contrarrestar a la izquierda

Al PP sólo le queda Alicanteeuropa press

Hace ahora justo un mes, Mariano Rajoy llegó a la ciudad de Alicante para compartir un acto público con Luis Barcala, en ese momento con quince días a sus espaldas como nuevo alcalde, y la presidenta regional del PP y candidata a la Generalitat, Isabel Bonig. Hubo visita institucional al consistorio, mitin y un encuentro privado en el que, entre otras cosas, Barcala invitó a Rajoy a participar en las Hogueras de San Juan. Con motivo de esa cita y del acceso «de rebote» al poder de la Alcaldía gracias a la abstención de una tránsfuga de Podemos, la euforia se desató en el PP hasta el punto de que la conjunción entre la iniciativa del Gobierno de España -Rajoy y sus ministros han desplegado estos meses una presencia muy significativa- y el eje alicantino formado por la alcaldía de la capital y la Diputación dirigida por César Sánchez condujo a Bonig a proclamar que en la provincia empezaba la «Reconquista» del PP para las elecciones municipales y autonómicas de 2019.

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La velocidad a la que hoy se despliega el relato político, sin embargo, ya ha dejado ese episodio en el pasado, como ayer reconocían numerosos dirigentes populares en el estado de «shock» y cariacontecidos por el inesperado drama en el que se ha convertido una moción de censura que, al final, ha derivado en el final del mandato de Mariano Rajoy envuelto en los casos de corrupción y golpeado por la sentencia de la Gürtel. El ya expresidente del Gobierno no podrá atender la petición de Luis Barcarla y acudir a los días grandes de las Hogueras. Y el tablero de juego en la provincia y la Comunidad, como reconocían dirigentes populares, vuelve a sumar un punto más en contra de las aspiraciones de la formación.

Durante los últimos meses, la cúpula del partido había «tirado» de las promesas desde Madrid para intentar contrarrestar el discurso de la Generalitat con una agenda concentrada en la exigencia de un cambio en el actual modelo de financiación que arrincona a la Comunidad Valenciana a la cola de todas las autonomías con un déficit de más de 1.300 millones anuales; y en la denuncia de la discriminación en la distribución de inversiones. Los presupuestos para 2018, actualmente en tramitación parlamentaria, perpetúan ese expolio que deja a Alicante como la cuarta provincia con menos inversiones por habitante y con un déficit durante el mandato de Rajoy que ha superado los 1.000 millones. Un mensaje que los populares habían intentado sortear con presencia y promesas.

Ese panorama se había traducido en visitas de ministros como recientemente Juan Ignacio Zoido, responsable de Interior; el titular de Fomento, Íñigo de la Serna; o la responsable de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, además de con la figura del propio Rajoy. Nada menos que tres viajes desde que empezó hace poco más de cinco meses este año. Acudió al aeropuerto de El Altet donde aprovechó para anunciar un plan de actuación en carreteras en colaboración con la iniciativa privada de 600 millones. Estuvo acompañando a Bonig, unas semanas después, durante un acto en Elche para ofrecer alternativas a los autónomos, uno de los colectivos con los que más ha conectado la línea marcada por Ciudadanos con Albert Rivera. Y, finalmente, visitó la ciudad de Alicante, algo que llevaba cinco años sin hacer, para dar su aval a Luis Barcala como candidato en 2019 y convertir la ciudad en uno de los epicentros de la batalla electoral que se avecina. Unos comicios que serán claves para el desarrollo de las próximas generales con un baile de fechas -antes o después- que en estos momentos está por determinar y que, desde luego, es un arma estratégica de gran magnitud que han pasado a manejar ahora los socialistas.

Ese recurso al respaldo de Madrid se ha terminado para el PP de la Comunidad Valenciana. No hay reuniones de Isabel Bonig con altos cargos de la Moncloa para contraprogramar al Consell, ni presión sobre las grandes leyes del Pacte del Botànic, ni siquiera la posibilidad de ejercer el contrapeso desde la Delegación del Gobierno. Y, desde luego, ya no hay un presupuesto que manejar ni tampoco promesas que realizar. «No nos podían dejar gestionar estos presupuestos con una legislatura que, además, se podía alargar durante dos años con normalidad», reflexiona un parlamentario del PP. Así que a los populares en la provincia y en la Comunidad Valenciana sólo les queda Alicante: la Diputación y el gobierno municipal. Nada más. Y todo ello frente a la Generalitat que lideran Ximo Puig y Mónica Oltra -necesariamente más cohesionados tras esta moción de censura por el papel de Compromís como uno de los apoyos- y ahora, además, al ejecutivo que encabezará Pedro Sánchez en la Moncloa.

A todo ello, además y cuando falta un año justo para esas elecciones locales y autonómicas, se suma la inestabilidad a la que se asoma en el PP con el liderazgo de Rajoy en entredicho que, además, deja huérfanos a barones territoriales como Isabel Bonig, dependientes al máximo de la respiración asistida que llega desde Génova. Fuentes populares admitieron que a lo largo de la próxima semana, una vez se despeje el rumbo que toma el PP después del comité nacional convocado para el martes, se tendrá que abordar la situación también en la Comunidad Valenciana. Hacer una reflexión del escenario que ahora se abre con un partido instalado, salvo con la excepción de Alicante, en «modo oposición» y con un calendario judicial diabólico a raíz de la veintena de investigaciones por corrupción con más de 400 imputados que arrastran de su gestión.

Los populares aprovecharán para endurecer su oposición ya en todos los frentes -ayer mismo Bonig insistió en agitar el conflicto del valenciano, una de sus banderas- e intentar sacar a colación las contradicciones que pueda tener el Consell con un Gobierno en Madrid que ahora es de su cuerda. Pero eso no parece demasiada artillería para contrarrestar la pérdida de poder, las investigaciones por corrupción y el acoso de Ciudadanos. Es verdad, admiten todos, que los de Rivera, ansiosos de elecciones, también salen tocados. Pero es cierto, como también reconocen estas fuentes, que, en igualdad de condiciones como oposición, tienen un discurso más fresco y mas creíble en la lucha por la bolsa de votos de la derecha. Un enorme pulso político.

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