En un contexto económico cada vez más marcado por la digitalización y las nuevas tecnologías, el Gobierno del Botànic, en el inicio de su segunda legislatura, decidió que la Comunidad no podía quedarse fuera de esta carrera hacia el progreso, y que había que crear un departamento específico que se ocupase de estos menesteres. La consecuencia fue la puesta en marcha de la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, a cuyo mando, dentro de las cuotas que le correspondían a los socialistas, puso a la ingeniera ilicitana Carolina Pascual. Méritos, desde luego, no le faltaban, toda vez que solo un año antes había sino nombrada decana del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicaciones de la Comunidad Valenciana, impartía clases en la Universidad de Alicante y había presidido la Asociación Valenciana de Ingenieros de Telecomunicación.

Los inicios fueron prometedores, no solo por los propósitos de la propia Carolina Pascual, que se sumaba al Consell, según dijo, con el objetivo de "consolidar una auténtica economía digital que nos sitúe en primera línea del ecosistema tecnológico y de innovación de Europa", sino también por el hecho de que su conselleria se convirtió en todo un símbolo de la descentralización, al ser la primera que fijaba su sede en Alicante, un territorio que tradicionalmente se había venido sintiendo ninguneado por el "cap i casal".

Y la verdad es que las actuaciones en este ámbito han sido positivas, con un proyecto estrella como Distrito Digital que, precisamente en Alicante, se ha convertido en un potente polo de atracción de empresas tecnológicas e impulso de la innovación. De hecho, y quizá por su formación profesional, a la consellera le han tirado siempre más las áreas de digitalización y ciencia que las relacionadas con la docencia, que durante este tiempo han sido su auténtico talón de Aquiles, al no haber podido dar respuesta a las implacables exigencias en materia de financiación de las cinco universidades públicas de la Comunidad.

Pero también en el marco de la descentralización ha tenido tropiezos, como se pudo comprobar con el polémico reparto de las ayudas de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), discriminatorio para la provincia, lo cual fue utilizado como munición por un PP alicantino siempre ávido de meter el dedo en la llaga, que lejos de reconocer gestos como la ubicación de la sede de la conselleria en este territorio, la ha venido considerando siempre como un asentamiento enemigo.

Y todos estos acontecimientos se han venido sucediendo mientras Carolina Pascual mantenía un perfil bajo, muy discreto, hasta el punto de llegar a pasar casi desapercibida, en una constatación de que nunca se ha llegado a sentir cómoda en el muchas veces ingrato terreno de la contienda política. Probablemente esta haya sido una de las principales causas que han llevado a Ximo Puig a prescindir de sus servicios a un año de las elecciones, cuando más falta le van a hacer perfiles más guerreros. Ella, sin embargo, se marcha con la cabeza alta y la satisfacción del trabajo realizado. "En realidad, todos estamos de paso", dijo esta misma semana, siempre fiel a su carácter.