Una victoria histórica frente a la rigidez: ¿por qué cuesta tanto reformar la Constitución?

Los expertos en derecho constitucional advierten dificultades para impulsar más cambios ante la falta de consenso y la polarización de las formaciones políticas

La Carta Magna solo ha sido modificada en tres ocasiones en 45 años, la última este jueves para eliminar la palabra "disminuidos" del artículo 49 y sustituirla por el término "personas con discapacidad"

Un ejemplar abierto de la Constitución Española.

Un ejemplar abierto de la Constitución Española. / INFORMACIÓN

Lydia Ferrándiz

Lydia Ferrándiz

La Constitución Española, con sus más de 45 años de existencia, ha vivido este jueves un cambio puntual pero más que significativo: la eliminación de la palabra "disminuidos" de su artículo 49. Este término, despectivo y en desuso desde hace décadas, ha sido objeto de una reforma que, aunque finalmente ha contado con un amplísimo consenso, no ha estado exenta de polémica. Se trata de la tercera reforma que sufre la Carta Magna desde su aprobación en 1978, y la primera que se lleva a cabo desde el ámbito social, aunque la solicitud no es nueva.

La reforma, que partió de una demanda histórica de hace más de veinte años del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), se alinea con la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad de Naciones Unidas (2006). A pesar de ser un cambio puntual, ha necesitado seis años para salir adelante y se ha enfrentado al voto en contra de Vox, que cuestiona la "forma apresurada" de la tramitación y la acusa consagrar la desigualdad de género. Pese a ello, este jueves, por fin, se ha aprobado la modificación, al contrario que la enmienda a favor de incluir el derecho civil valenciano en la Constitución, que fue rechazada en la Mesa del Congreso por PP, PSOE y un voto de Sumar y que no ha podido ser debatida este jueves.

Sin embargo, antes que esta, ha habido muchas más propuestas de reforma de la Constitución, pero las dificultades técnicas para cambiar el texto, el temor de los diferentes partidos a que "el contrario" logre cambiar la estructura territorial del Estado o la polarización del Congreso de los Diputados las hicieron inviables. Hasta ahora, las únicas que han prosperado, en 1992 y en 2011, estuvieron relacionadas con exigencias impuestas por la Unión Europea y, ni con esas, estuvieron exentas de dificultades.

El profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Alicante Manuel Alcaraz señala que se trata de un cambio puntual "muy particular". "Esta reforma tiene una función social, pero es más simbólica que otra cosa, no cambia nada en realidad, pero supone elevar la consideración de la reivindicación y reconocer la dignidad de muchas personas en España y tiene una importancia muy grande".

Pese a ello, Alcaraz resalta la necesidad de abordar reformas de la Carta Magna que sean "más amplias". "Las cuestiones más necesarias a día de hoy pasan por desatascar situaciones que afectan a los ciudadanos de primera mano como la inclusión del derecho civil valenciano o realizar cambios fundamentales en los artículos que hablan de las autonomías y que están desfasados. Hay reticencia a cambiar la Constitución, todos piden prudencia en el proceso, pero es cierto que este texto necesita una reforma integral desde hace lustros", apunta a preguntas de este diario.

Una reforma que lleva tiempo arrastrándose es la falta de igualdad entre hombres y mujeres en el texto referente a la monarquía, hay que garantizar cosas como estas que son necesarias

José Asensi

— Catedrático de Derecho Constitución de la Universidad de Alicante

En el mismo sentido, la profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante Mar Esquembre explica que, aunque este cambio es "modesto", supone "un reconocimiento no solo a las personas con discapacidad sino a todos aquellos familiares y trabajadores que les acompañan en el día a día, es un triunfo para la sociedad entera". Asimismo, Esquembre señala precisamente que es ahora cuando los representantes políticos deben cuidar la Constitución para que responda a la realidad social y que "para ser actualizada necesitaríamos usar más estos mecanismos, igual esto les anima".

Para José Asensi, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Alicante, esta es "una reforma necesaria porque una constitución no podía seguir contemplando en su texto una discriminación de estas características, pero necesitamos algo más, las reformas no pueden quedar así". "Es necesario que sigamos avanzando en este sentido para que la Constitución evolucione junto con la sociedad a la que representa. Ahora que parece que han encontrado un camino común es necesario que sigan por esa vía, pero nuestros representantes tener en cuenta que la Constitución es rígida y que su modificación requiere siempre de consensos amplios, algo que parece difícil con el actual panorama político", añade.

Polarización y temor

Las razones detrás de las dificultades para reformar la Constitución son diversas, según los expertos. La tradición de enfrentamiento entre partidos en España, ahora incrementada por la polarización, y el temor a que otras formaciones se aprovechen de la reforma son algunas de las más comunes. "Estamos viviendo un momento de extraña radicalización política que afecta a la necesidad de tener que acudir a elementos de reforma que no desaten mucha polémica y con los que sea posible llegar a consensos. Ahora los problemas están en que hay gente a quien ya no le interesa la democracia, estamos en un momento muy polarizado y el miedo que esto origina hace que todo esté aún más paralizado", indica Asensi.

Parece que algunos políticos han convertido a la Constitución en un símbolo patrio intocable, como si de la bandera se tratase

Manuel Alcaraz

— Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante

Por ejemplo, llama la atención de que el PP se opuso en la pasada legislatura a la reforma del término “disminuidos” en la Constitución cuando el Gobierno de Pedro Sánchez la presentó en solitario y ahora votará a favor después de que el cambio se haya presentado conjuntamente por parte de ambas formaciones. "Parece que existe un miedo a abrir el melón que supone hacer una reforma constitucional, pero es un temor injustificado totalmente", explica Esquembre. "Tenemos una Constitución que es muy rígida y que tiene un mecanismo muy complejo que requiere de mayorías muy amplias para lograr hacer un cambio. Eso ahora es muy complicado, sobre todo con la polarización actual. No es extraño que el consenso haya llegado con algo tan obvio, pero ojalá este entendimiento fuera extensible a otras cuestiones que necesitan una actualización", agrega la profesora.

Y es que es este "miedo" el motivo que más comentan los expertos cuando se habla de la falta de reformas de la Carta Magna. "Hay un miedo incomprensible a reformar la Constitución. Hay que ser prudentes, ni cambiarla todos los meses ni tampoco hacerlo todos los años. Pero hay reformas que se han hablado, que ya se han debatido y que nos cambiarían la vida en muchos aspectos. Por ejemplo, la Constitución no sabe que existe el cambio climático porque no se ha podido introducir un artículo que impida los efectos de la contaminación. Parece que algunos políticos han convertido a la Constitución en un símbolo patrio intocable, como si de la bandera se tratase", apunta Alcaraz.

Un sistema “rígido” de reforma

Otro obstáculo significativo es la rigidez del sistema de reforma. La Constitución exige mayorías amplias en el Congreso y el Senado, incluso para reformas ordinarias. Para cambios en el Título preliminar, derechos fundamentales o la Corona, se requiere una mayoría de dos tercios en cada cámara y la ratificación en un referéndum, un proceso considerado "imposible" por los expertos. Para el resto, la mayoría requerida es de tres quintos y el referendum no es obligatorio salvo que lo solicite una décima parte de los miembros de cualquiera de las cámaras.

Parece que existe un miedo a abrir el melón que supone hacer una reforma constitucional, pero es un temor injustificado totalmente

Mar Esquembre

— Profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante

"Cuesta mucho reformar la Constitución porque es un texto muy rígido y porque su naturaleza contiene una serie de principios necesarios que se encuentran definidos en su articulado y que deben seguirse a rajatabla. Es una fórmula que requiere muchos consensos, todos ellos necesarios, porque se requieren mayorías muy amplias", explica Asensi, quien añade: "Una reforma que lleva tiempo arrastrándose es la falta de igualdad entre hombres y mujeres en el texto referente a la monarquía, hay que garantizar cosas como estas que son necesarias".

Pero no es lo único que habría que modificar, según los expertos. "Hay que revisar rotundamente toda la cuestión de la organización territorial de las autonomías y de los ayuntamientos que recoge el título octavo porque tiene artículos que están desfasados, por ejemplo, los que contemplan las vías de acceso a la autonomía, algo que ya no es necesario. Además, estaría bien retomar las reformas propuestas en el año 2005 que no han perdido actualidad y con las que deberíamos ponernos manos a la obra", afirma Esquembre.

Además, la situación de España es "extraña" si la comparamos con otros países europeos de su entorno donde modificar la Carta Magna no es ningún tabú. "En algún momento habrá que sentarse como han hecho Portugal, Francia o Alemania que han hecho decenas de reformas y no les ha pasado nada. Por poner un ejemplo, la constitución portuguesa es solamente dos años mayor que la española y ya ha sido reformada en siete ocasiones", asegura Alcaraz.

Un triunfo que necesitas más

En un día histórico para las personas con discapacidad en España, la Constitución experimenta una modificación impulsada por el Cermi, que lleva abogando por esta actualización desde hace más de veinte años. La eliminación del término "disminuido" del artículo 49 refleja un compromiso hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa que se materializó tras un acuerdo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en diciembre de 2023.

Tras el triunfo obtenido, los colectivos que trabajan con personas con discapacidad abogan por que las buenas intenciones no acaben aquí y piden que esta modificación sirva como un "impulso" en la materialización de políticas que les ayuden mejorar su calidad de vida y su futuro.

"Estamos muy contentos porque este jueves ha sido un día histórico para las personas con discapacidad de este país. Gracias a ella el artículo se empapa de toda la Convención de la ONU, con un enfoque de derechos humanos, de derecho social que tiene la discapacidad, priorizando la vida independiente, la autonomía personal y elaborando políticas de inclusión reales", explica Luis Vañó, representante de Cermi en Alicante, quien añade: "Aunque la reforma ha tardado, ya lo tenemos aquí, es un paso importante para el futuro y que esperamos que venga acompañado de mejoras en las políticas públicas, que son las que más necesitamos".

"Supone un reconocimiento, el término es importante, y era necesario ajustarlo a los tiempos actuales, tanto para la persona con discapacidad como para todo su entorno, que también merece visibilidad", indica Antonio Ruescas, de Cocemfe Alicante, quien pide más: "Ahora no podemos quedarnos aquí, este cambio tiene que venir de la mano de políticas activas relacionadas con la discapacidad, exigiendo el cumplimiento de normas en temas de accesibilidad, empleo o igualdad, y estaría bien que vinieran de la mano de esta reforma".

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