Doble crisis de identidad

Los ‘sanchistas’ alicantinos, tras ver la caída a los infiernos del que fuera su conexión con Ferraz, están a punto de enterrar su bandera: el «antifranquismo»

Adsuar, a las puertas de la sede del PSOE en Alicante, en imagen de archivo

Adsuar, a las puertas de la sede del PSOE en Alicante, en imagen de archivo / Jose Navarro

Se hacen llamar ‘sanchistas’, pese a que su verdadera conexión con Ferraz siempre fue José Luis Ábalos, el exministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE, del que ahora casi todos reniegan tras verse el valenciano implicado en el «caso Koldo», el de la presunta corrupción en la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia. Aunque verdaderamente lo que siempre unió a esa «familia» socialista de la ciudad de Alicante, su mínimo común denominador, su pegamento, ha sido su rechazo frontal a la figura de Ángel Franco, el exsenador que lleva más de dos décadas controlando la agrupación del puño y la rosa en la ciudad, poniendo y quitando secretarios generales a su antojo. Y así queda el rastro en las redes sociales. Eran, por tanto, «antifranquistas». Eran, sí. 

Y es que de un tiempo a esta parte el escenario ha cambiado por completo. Ahora, ese grupo de socialistas, que ha situado a la exconcejala María José Adsuar como su principal cara visible —ya intentó ser alcaldable en 2023 y ahora es evidente su aspiración a encabezar el partido en el futuro más próximo que marque Ferraz—, no solo ha perdido a su referente en Madrid (ahora su líder provincial, Alejandro Soler, se ha quedado más que huérfano ante la caída a los infiernos de Ábalos), sino que también ha dado tal volantazo que negocia sin pudor con Franco, casi con luz y taquígrafos, con el que ha sido la diana de sus críticas durante tantos años.

Dicen, en un mensaje calcado al que repite también el exsenador, que es en busca del consenso. De la concordia. Esa unidad es realmente la que ansían los ‘sanchistas’ para evitar ser la familia, la única con sobrenombre, que pacta con Franco la lista de los delegados para el Congreso del PSPV que se celebrará en Benicàssim a finales de este mes. De ahí que hayan presionado, con todas las artes posibles, al grupo que ahora lideran Eva Montesinos y Ana Barceló, junto a Rafael Fonseca, para que se integren en una candidatura única. Hoy se confirmará, pero no parece que vayan a conseguir su propósito, el que haya solo una lista. Tampoco, por tanto, lo logrará Franco, que también persigue con sus formas ese consenso para presentar sus credenciales ante el «nuevo» PSPV, ahora liderado por Diana Morant. 

Pecado

Esta vez parece que no habrá acuerdo de integración total. Sí se asumió en el último congreso local, donde los de Montesinos también se integraron en una dirección de unidad encabezada por Miguel Millana, aunque controlada por Franco. Un pecado, en ese objetivo de luces largas para ser alternativa real en el PSOE de Alicante, que ahora quieren evitar los de Montesinos, con el empuje de Barceló. Este jueves, a apenas unas horas de que se cierre el plazo oficial para presentar las listas para elegir a los delegados (24, al final) del Congreso del PSPV, se prevé una reunión entre Millana y la portavoz municipal. La sorpresa, y de las grandes, es que sirviera para algo. 

Los ‘sanchistas’ alicantinos, con Adsuar al frente de un grupo con Antonio Mira-Perceval Graells, Antonia Graells, José Miguel González Moreno, José Asensi y Sofía Morales entre sus rostros más reconocibles, tendrán que decidir qué hacen, lo que puede generar un trasvase de fieles entre familias: si recuperan esa esencia «antifranquista» que ha sido su bandera más ondeada o si continúan tejiendo alianzas con el que fue tantos años su enemigo público número uno, su razón de ser. Y es que los ‘sanchistas’ viven una doble crisis de identidad en la capital alicantina: han perdido definitivamente al que fuera su conexión con las alturas y, además, están cada vez más próximos a enterrar definitivamente el catalizador que ha marcado su andadura en los últimos años. Han descubierto que con Franco se vive mejor. O al menos, más cómodo.