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Tribuna

Ganglios en el cuello ¿debo consultar con mi pediatra?

Pese a que habitualmente no se notan al tacto, su aparición no tiene por qué tener ser maligna

Los padres acudís preocupados, incluso a veces alarmados porque le habéis notado uno o varios bultos en el cuello. «¿Qué son los ganglios? ¿Es normal que se los palpe a mi hijo? ¿Deben desaparecer?», soléis preguntar.

Aclaremos conceptos: Los ganglios son unos nódulos habitualmente menores de 1 cm., blanditos, móviles a la palpación, que se encuentran dentro de una red de conductos muy finos que recorren nuestro cuerpo llamado sistema linfático por donde circula la linfa.

Los ganglios no son más que las «estaciones de servicio» donde la linfa se acumula y se filtran los virus, bacterias, etc. Se agrupan en racimos a lo largo del cuerpo, de cabeza a pies: cuello, axilas, codos, ingles, detrás de las rodillas...

¿Para qué sirven? Filtran la linfa, la limpian y además, fabrican defensas: glóbulos blancos (linfocitos o monocitos) ó células plasmáticas que ayudan a combatir frente a las infecciones.

¿Se palpan los ganglios? Habitualmente no.

¿Si se palpan significa que mi hijo tiene algo grave? No. Soy consciente que este tema genera mucho miedo porque se relaciona con los linfomas y diversos cánceres; pero debéis saber que en los niños, la inmensa mayoría de las ocasiones en las que palpamos los ganglios, no está relacionado con ninguna enfermedad maligna. Solamente un porcentaje muy, muy bajo será consecuencia de un cáncer.

¿Qué es una adenopatía? Es un ganglio que ha aumentado de tamaño (>2 cm.) o que de pronto es de consistencia dura, o está fijo y no somos capaces de desplazarlo con nuestros dedos o cuando duele y la piel se enrojece. En los niños la causa más frecuente de ganglios aumentados de tamaño (adenopatías) en el cuello son las infecciones (amigdalitis, catarros, otitis, faringitis...). Nuestro organismo habrá detectado un agente extraño y las fábricas de defensas (los ganglios) comenzarán a fabricar linfocitos para luchar contra los gérmenes nos están «atacando».

¿Y por qué a los niños se les notan con mucha más frecuencia los ganglios que a los adultos? Porque los niños durante casi la mitad del año están acatarrados. ¿De dónde creéis que viene el término de «mocosos»? Pues eso, tienen mocos. Cada invierno cientos de virus entran en contacto con ellos, y su cuerpo, que al ser joven y sano es muy combatiente y reactivo, responde rápidamente inflamándose los ganglios.

¿Cuándo debo preocuparme? Como madre, si le palpáis ganglios, os recomiendo que consultéis; la inmensa mayoría de las veces no es nada importante, pero eso lo tiene que valorar y seguir vuestro pediatra.

Como pediatra? ¿Cuándo me preocupo?

Si mide más de 2 cm. de diámetro; no me preocupo pero me ocupo; es probable que lo vuelva a citar en una o dos semanas para ver la evolución.

Si tiene signos inflamatorios, es decir, está rojo, grande, caliente y doloroso.

Si son de consistencia pétrea, es decir, duros como piedras.

Si aumenta de tamaño en 2 semanas, no disminuye en 4-6 semanas o no desaparece en 8-12 semanas.

Si están ubicados en la zona supraclavicular. Justo encima de la clavícula: estos ganglios hay que estudiarlos siempre. (En este caso sí me preocupo)

Si van acompañados de pérdida de peso, cansancio, sudoración nocturna repentina, pérdida de apetito y apatía (Entonces me preocupo y mucho)

Resumiendo, si vuestro hijo tiene un catarro, lleva días con las velas colgando y de pronto le notáis unas bolitas, como garbanzos, en el cuello: tranquila. Su cuerpo está luchando frente a los intrusos.

Si observáis cualquier signo que se aleja de lo comentado, consultad, para eso estamos. Pero sin obsesionarse; no es cuestión de palparle el cuello esta noche a tu hijo en busca de algo raro...

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