Antes de elegir universidad, muchos jóvenes se plantean estudiar en otra ciudad movidos por la necesidad, en su lugar de residencia no existen los estudios que desean cursar, o por la ilusión de independizarse y conocer mundo.

"Pero no todo el mundo puede costearse irse fuera a estudiar aunque sea lo mejor", ha explicado a Efe Juan Salvador, padre de una universitaria que dejó la Comunidad de Murcia para continuar los estudios en Madrid.

Sus padres "con mucho esfuerzo" le costean la vida en la capital, que supone un gasto mensual de más de novecientos euros en alojamiento, comida, manutención, transporte y gastos escolares.

Como no todos los estudiantes pueden permitirse un gasto de ese nivel, desde 1985 la Comunidad de Madrid ofrece alojamiento, comida y manutención a jóvenes estudiantes mayores de 21 años en centros de menores de la región.

A cambio han de convivir con los chavales, apoyar las tareas de los educadores sociales del centro, contribuir a la educación y desarrollo de los menores internos.

La beca está dirigida a estudiantes de fuera de la Comunidad o de un municipio mal comunicado de su centro de estudios, que inicien o continúen su formación en centros de enseñanza superior.

También pueden beneficiarse los estudiantes extranjeros con escasos recursos y aquellos jóvenes que durante su infancia y adolescencia estuvieron tutelados por el Gobierno regional y que ahora, superada la mayoría de edad, desean continuar sus estudios.

Marcelino Blanco Rodríguez es uno de los 52 jóvenes que ha sido agraciado este año con la beca.

Por tercer año consecutivo vive gratis en el centro de menores Chamberí en Madrid y, gracias a ello, ha podido hacer un doctorado en Salud Pública fuera de su país, Nicaragua.

"Si no, no hubiera podido venir porque la ciudad es muy cara", apunta Marcelino, quien conoció la iniciativa a través de su hermana, que también la disfrutó, ya que las becas son muy populares entre estudiantes extranjeros, según un portavoz de la Comunidad.

Ya había trabajado con niños, pero no tan de cerca, y ahora de lunes a viernes participa en sus actividades y los despierta para ir al colegio.

Blanco ha detallado a Efe que la convivencia con los niños es compatible con sus estudios, su intimidad y tiempo de ocio, pero advierte que no todos pueden ser becarios de un centro de menores.

"Exige cierto grado de responsabilidad y compromiso, te tiene que gustar estar con los chavales, ser responsable con los horarios que vas a estar con ellos", dice, antes de añadir: "Claro que puedes salir y levantarte tarde, pero los fines de semana, porque durante la semana hay que estar con ellos".

Uno de los educadores sociales de ese centro, Oscar, asegura que Marcelino Blanco es para los niños "una figura familiar", un modelo a imitar en aspectos tan importantes como la necesidad de formarse, de prepararse para el futuro y de afrontar nuevos retos.

"A mi los niños me han aportado mucho cariño, han hecho más llevadera la distancia con los míos", relata el becado que en unos meses volverá a su país con una nueva formación profesional y humana.