Anorexia

Hongos alucinógenos contra la anorexia

La Universidad de California ha demostrado la seguridad y tolerabilidad de la psilocibina, un compuesto psicoactivo

La anorexia afecta cada vez a chicas más jóvenes.

La anorexia afecta cada vez a chicas más jóvenes. / INGIMAGE

I. Olaizola

La anorexia nerviosa, trastorno de la conducta alimentaria que se ha visto incrementado tras la pandemia de Covid-19, carece hasta el momento de un tratamiento farmacológico con capacidad para revertir los síntomas principales.

Pero un estudio de Stephanie Knatz Peck, del Centro de Trastornos Alimentarios de la Universidad de California de San Diego recientemente publicado por Nature Medicine, en fase muy inicial y en el que participaron 10 mujeres adultas cuyo índice de masa corporal era muy bajo, ha demostrado la seguridad de la psilocibina sintética para tratar la anorexia.

La psilocibina es una droga psicodélica que podemos encontrar en diferentes especies de hongos. En el argot callejero a estos hongos se les denomina setas mágicas u hongos alucinógenos. La psilocibina es un compuesto perteneciente a la familia de las triptaminas, químicamente similar a la serotonina, un neurotransmisor que participa en la regulación del estado de ánimo, el apetito y otros procesos fisiológicos.

Las participantes recibieron una dosis única de 25 miligramos de psilocibina sintética combinada con apoyo psicológico. El objetivo principal fue evaluar la seguridad, la tolerabilidad y la viabilidad después del tratamiento.

Rosa García, del Centro de Información del Medicamento (CIM) del Colegio de Farmacéuticos de Baleares (COFIB), confirma que la psilocibina contiene el alcaloide de los hongos alucinógenos que se consumían en la época del boom hippie. «Son psicoactivos y alucinógenos y provocan otros efectos físicos como la dilatación de las pupilas, confusión, somnolencia, náuseas, vómitos, taquicardia o hipotensión. Tradicionalmente se han usado como drogas de uso lúdico», comienza la experta.

Tienen una acción sobre el sistema serotoninérgico, explica García aclarando que la serotonina es uno de los principales neurotransmisores del cerebro humano que modulan el estado de ánimo.

La farmacéutica se muestra cauta sobre el estudio por dos razones. La primera de ellas porque a las diez participantes en él se les ha dispensado el fármaco sintético junto a sesiones de apoyo psicológico lo que, en su opinión, no permite discernir el efecto placebo de la psilocibina.

Y en segundo término, porque el escaso número de participantes en el estudio, que no es significativo. «Ha evaluado tan solo que se trata de una sustancia segura porque no ha generado efectos adversos a una única dosis», concede recordando que este fármaco aún no está autorizado ni por la Agencia Europea del Medicamento ni por su homóloga española. «Se trata de un estudio en fase I, muy inicial. Aún le queda un largo recorrido», concluye.

La psicóloga Mariona Ribas, con treinta años de experiencia en el trato de pacientes con estos trastornos alimentarios, concede que este fármaco sintético puede ayudar a las personas con anorexia pero matizando que este trastorno no es solo fisiológico, sino que también se trata de un asunto emocional que requiere su abordaje.

«Son pacientes que tienen una imagen muy distorsionada de sí mismas y que se cronifican porque cada vez les cuesta más contemplarse», apunta por lo que ve razonable que se estén buscando tratamientos innovadores ya que, recuerda, algunos casos de anorexia son muy graves llegando incluso hasta la muerte.

Sobre el perfil de la anorexia en Balears, la psicóloga detalla que son mujeres en su mayoría, en un 80% de los casos, y que «cada vez son más jóvenes. Si antes estos trastornos aparecían a los 16 o 17 años, ahora lo hacen a los 11 y 12 años. Y su incidencia se ha agravado con la pandemia de covid-19. El trastorno es más común en personas con tendencia a tener el control de su vida, las chicas responsables, buenas estudiantes... las hijas buenas», concluye.

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